sábado, 21 de febrero de 2009

Átomos infinitos de mil modos...



















No reposan jamás en el vacío

Los principios: por su naturaleza
En movimiento siempre variado
Unos a gran distancia son lanzados,
Otros se apartan menos, y se enlazan
En el choque. Si es breve su distancia,
Y se repelen poco, y su tejido
Se liga íntimamente, constituyen
Las rocas solidísimas, y el hierro,
Y una corta porción de otras substancias
De esta naturaleza: si, al contrario,
El choque los rechaza y los dispersa,
Y los hace vagar por el espacio,
En largos intervalos, nos ofrecen
Del Sol la luz brillante y aire raso.
Y vagan además por el vacío
Muchos que están privados de juntarse,
O que jamás pudieron agregados
Entrar en el concorde movimiento;
De lo cual una imagen y figura
Continuamente hiere nuestros ojos,
Cuando del Sol los rayos se insinúan
De través por las piezas tenebrosas.
Si reparas, veras cómo se agitan
Átomos infinitos de mil modos
Por el vacío en el luciente rayo:
Y en escuadrones, en combate eterno
Se dan crudas batallas y peleas,
Y no paran jamás: ya se dividen,
Y ya continuamente se repliegan.


Fragmento del Libro II (Versos 123 a 152)


Lucrecio (Roma?, h. 94 a.C.-?, 53 a.C.)

(Traducción D.José Marchena)


El poema publicado integra "De rerum natura", traducido
en su totalidad en la Biblioteca Cervantes.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Carta a Abel POSSE

El odio Poema

Por Oscar PORTELA



Nada conduce hacia ninguna parte y buscamos
El todo más los caminos todos llevan a lugares
Que ya viviste en anteriores vidas. Odio y rencor
A toda luz que cubra la vida del planeta. Odio al
Hielo denudo. Odio el odio de los desiertos dátiles y vientos.


Odio al final todo espejo del alma.
Odio el mar calmo con sus mareas constrictoras
Que devuelven a tierra el detritus de las noches del Caos.


Odio el calor del odio y el desprecio que desprecia el desprecio.
Odio el Olor de la Pobreza
Y el lujo asiático de los mandarines
Que cultivan naranjos en Palmira. Odio el odio trivial.
La truculencia de las carnestolendas de la Historia.
El "gran-guiñol" desde teatro en llamas
Que tiembla sobre trivialidades y enfermos ecos
Del alma estéril del mortal que canta.


Odio al crucificado del madero. El tiempo- el limonero y
Los recuerdos. Odio con todo mi odio aquello
Que nos llama al olvido del huerto invitándonos a internarnos
En el bosque del olvido renuente.


Pues solo amo la eternidad del verbo ausente.