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Me hundo, me hundo, me hundo
en una música,
golpeando, silenciosamente,
los cobaltos líquidos, los esfumados juncos,
y se va ensanchando el mundo,
y el sol tropieza con mi frente,
y estalla,
el mundo y el sol se deshacen,
y recupero los esteros.
¿Para quién este canto?
¿Para qué esta gracia derramada, dorándose?
¿Con qué nombres te nombrarán en el sagrado silencio
las salvajes presencias?
Cielo extraño, esta llanura de apenas agua,
humo de aire, de aromas, de mañanas demoradas
en antiguas jornadas protegidas por los Poras,
cuerpo amante esperando las iluminaciones,
los nacimientos y las muertes.
¿Sueños de los espejos? Mis doradas sombras,
mis buscados "entierros", guiñando en el desierto
sus lámparas estériles.
¿Adonde iré sin esta música purificadora?
¿Qué guitarra o qué acordeón podrán domesticar
el bisbiseo de los pastos, el arrorró del agua,
la sedosa blancura de las plumas, extasiado soplo?
Ya puedo dormir sobre los muslos de la luz,
mientras los esteros me entregan el revés de su piel.
Jorge Sánchez Aguilar
Jorge Sánchez Aguilar (1951).Poeta y escritor argentino, nacido en Corrientes, capital. Dirige talleres literarios. Autor de los poemarios: "Rayo de tiniebla", "Diario de zorzales al borde del alba" (1996), "Estar en el mundo", "Las costumbres del colibrí bailarín", entre otros.
El poema fue tomado del libro "La isla esencial" (Ediciones Río de los Pájaros, Concordia, 1991.
El poema fue tomado del libro "La isla esencial" (Ediciones Río de los Pájaros, Concordia, 1991.
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