viernes, 20 de febrero de 2009

HASTA ENTONCES































Hasta el fin de tus días no olvides esa fiesta
en que tus pies se alzaron bruscamente del polvo.
Tu mirada que, hundida, se arrastraba en el barro,
de lejos recibía su luz por vez primera.
Y por fin, ya del fango y el polvo desatada,
se volvió escrutadora, dueña de sí y tranquila.
Tú eras una raíz, no un tronco todavía:
la arrancaste y, rompiéndola en tus rodillas, libre
de la condenación de ser un siervo inmóvil,
te alejaste partiendo de aquel lugar maldito,
y apoyado en la planta y el talón conseguiste
ser la primera y alta vertical sobre el mundo.
No habías casi alzado la cabeza hacia el cielo,
cuando inmediatamente echó a volar tu espíritu.
Tú venciste tu tierra, tu tumba y tu destino.

El hombre inesperado, extranjero, vencía.





Tudor Arghezi

(Traducción de María Teresa León
y Rafael Alberti)



Ion Teodurescu (Bucarest, 1880-1967) Poeta y novelista rumano, considerado el poeta moderno más importante de su país. Trabajó en varios oficios tales como químico, vendedor de periódicos en París y relojero en Ginebra, profesor en una escuela militar e incluso fue monje. Aunque escribió su primer poema a los 16 años, comenzó su actividad literaria como periodista, polemizando ásperamente con el mundo religioso y cultural rumano. Fue fundador y director de diversos periódicos y revistas. Encarcelado por colaboracionista en 1918, su actitud antifascista le valió ser internado en campos de concentración en 1943. Se afirmó como poeta con la publicación, en 1927, de Palabras adecuadas, su volumen más notable, al que seguirían muchos otros como Flores de musgo (1931) o Cuaderno vespertino (1935). En Poemas de 1907, escrito en 1955, cantó en tono revolucionario una revuelta de campesinos contra sus opresores; y Canto al hombre (1956) es una optimista exaltación del ser humano que por medio del trabajo ha llegado a apropiarse del universo, al tiempo que adquiere conciencia de sí mismo y de sus capacidades morales y espirituales. Carente de formación clásica y dotado de una fuerte personalidad, el origen campesino de Arghezi y su vinculación con la naturaleza se convirtieron en su esencial fuente de inspiración. Extremado en su pasión, entre sus angustiosos interrogantes se hallaba la búsqueda de Dios. Cultivó también la narrativa, si bien en este género su producción fue tan irregular como abundante. Entre otros títulos pueden citarse Imágenes de madera (1930), La puerta negra (1930), en torno a la experiencia vivida en prisión y durante su reclusión monástica, Páginas del pasado, Mundo viejo, mundo nuevo, Los ojos de la madre del Señor (1934) y El cementerio de la Anunciación (1936). El conjunto de su obra constituye una importante aportación al desarrollo de la lengua literaria rumana.





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