sábado, 11 de abril de 2009

BUENO, ESO ES TODO




















Bueno, eso es todo. Ahora hay que desmantelar el árbol,
guardando otra vez los decorados en las cajas de cartón-
algunos se han quebrado- y subirlos al desván.
El acebo y el muérdago deben ser bajados y quemados
y los niños alistarse para la escuela. Han quedado suficientes
sobras, para recalentarse, por el resto de la semana—
No que aún tengamos mucho apetito, después de haber
bebido en tal cantidad,
de desvelarnos tanto, tratar—completamente sin éxito—
de amar a todos los familiares, y en general
haber torpemente sobrestimado nuestras fuerzas. Una vez más
como en los años anteriores hemos visto la verdadera
Visión e incapaces
de otra cosa más que de recibirla como a una posibilidad
simpática, una vez más la despachamos fuera,
pidiéndole sin embargo continuar su desobediente siervo,
el niño prometedor que no puede mucho tiempo guardar
su Palabra.
La Fiesta de Pascuas es ya un marchito recuerdo,
y ya el ánimo vagamente experimenta
un desagradable vaho de aprensión al pensamiento
de que Cuaresma y Viernes Santo no pueden ahora,
después de todo,
estar muy lejos. Pero por ahora, aquí estamos,
otra vez en la mesurada ciudad aristotélica
del zurcido y el Ochocientos Quince,
donde la geometría de Euclides
y la mecánica de Newton dan razón de toda nuestra experiencia,
y la mesa de la cocina existe porque yo la restrego.
Parece que se hubiera contraído durante la fiesta. Las calles
son mucho más angostas de lo que habíamos imaginado;
no nos acordábamos que la oficina fuese tan deprimente. 

Para aquellos que vieron al niño, aunque oscuramente, 
aunque incrédulamente sin embargo,
el Ahora es, en cierta forma, la más tiránica hora.
Porque los niños inocentes que con tanta excitación cuchicheaban
detrás de la puerta cerrada donde sabían estar los juguetes
crecieron cuando fue abierta. Ahora, recordando ese momento
podemos reprimir el gozo, pero la culpa nos permanece consciente;
recordando el establo donde por una vez en la vida
todas las cosas se hicieron Tú y ningún objeto era Ello.
Y suspirando por la sensación pero ignorando la causa,
buscamos algo, no importa qué, en derredor, donde posar
la propia reflexión, y lo obvio para ello sería
un gran sufrimiento. Así, una vez que vimos al Hijo,
estamos tentados en adelante de rogar al Padre:
"Déjanos en la tentación y el mal por nuestro bien."
Porque vendrán, descuídate, está muy bueno;
probablemente en una forma
que no nos esperamos, ciertamente con una fuerza
más terrible de lo que puede imaginarse. Mientras tanto
aún hay cuentas que pagar, máquinas que dar a componer,
verbos irregulares que aprender, el Ahora que redimir
de la insignificancia. La mañana feliz ha terminado,
la noche de la agonía aún está por venir; ahora es mediodía:
cuando el Espíritu debe practicar sus escalas de júbilo
sin una audiencia hostil tan siquiera, y el Alma soportar
un silencio que no es ni a favor ni en contra de su fe
de que se hará la Voluntad de Dios, de que, a pesar de sus ruegos
Dios no defraudará a ninguno, ni siquiera al mundo a la hora de su triunfo.




(Fragmento de For the Time being)


W.H.Auden( Inglaterra/E.E.U.U.; York, Reino Unido, 1907-Viena, 1973)

(Traducción de J.C.Urtecho y E.Cardenal,
Antología de la poesía norteamericana,
Aguilar, Madrid, 1962)


Narrator:

Well, so that is that. Now we must dismantle the tree,
Putting the decorations back into their cardboard boxes –
Some have got broken — and carrying them up to the attic.
The holly and the mistletoe must be taken down and burnt,
And the children got ready for school. There are enough
Left-overs to do, warmed-up, for the rest of the week –
Not that we have much appetite, having drunk such a lot,
Stayed up so late, attempted — quite unsuccessfully –
To love all of our relatives, and in general
Grossly overestimated our powers. Once again
As in previous years we have seen the actual Vision and failed
To do more than entertain it as an agreeable
Possibility, once again we have sent Him away,
Begging though to remain His disobedient servant,
The promising child who cannot keep His word for long.
The Christmas Feast is already a fading memory,
And already the mind begins to be vaguely aware
Of an unpleasant whiff of apprehension at the thought
Of Lent and Good Friday which cannot, after all, now
Be very far off. But, for the time being, here we all are,
Back in the moderate Aristotelian city
Of darning and the Eight-Fifteen, where Euclid’s geometry
And Newton’s mechanics would account for our experience,
And the kitchen table exists because I scrub it.
It seems to have shrunk during the holidays. The streets
Are much narrower than we remembered; we had forgotten
The office was as depressing as this. To those who have seen
The Child, however dimly, however incredulously,
The Time Being is, in a sense, the most trying time of all.
For the innocent children who whispered so excitedly
Outside the locked door where they knew the presents to be
Grew up when it opened. Now, recollecting that moment
We can repress the joy, but the guilt remains conscious;
Remembering the stable where for once in our lives
Everything became a You and nothing was an It.
And craving the sensation but ignoring the cause,
We look round for something, no matter what, to inhibit
Our self-reflection, and the obvious thing for that purpose
Would be some great suffering. So, once we have met the Son,
We are tempted ever after to pray to the Father;
“Lead us into temptation and evil for our sake.”
They will come, all right, don’t worry; probably in a form
That we do not expect, and certainly with a force
More dreadful than we can imagine. In the meantime
There are bills to be paid, machines to keep in repair,
Irregular verbs to learn, the Time Being to redeem
From insignificance. The happy morning is over,
The night of agony still to come; the time is noon:
When the Spirit must practice his scales of rejoicing
Without even a hostile audience, and the Soul endure
A silence that is neither for nor against her faith
That God’s Will will be done, That, in spite of her prayers,
God will cheat no one, not even the world of its triumph.

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