Todos los espejos del mundo
no ayudan, ni estoy conmovido
por el calmo emerger de mi
imagen en la lluvia, no soy
yo quien aparece o imagina. Mira
si puedes, si puedes hacer
el desagradable viaje, la casa
donde sombras de mi propia
infancia son regadas y forzadas
como plantas en exceso crecidas, debes
mirar porque yo no puedo. No
puedo enfrentar ese temible trato
y mis ojos en, digamos, el cristal
de un bar público, se vuelven
una caza depravada para otras
imágenes reflejas. ¡Y qué bendito
alivio! Cuando es una visión
odiosa, cualquiera
menos la antigua ilusoria contusión,
cualquiera pero no mis íncubos privados.
¿Cuando tenga cincuenta años tal vez
mi rostro vagará en esas prolongaciones
de la inocencia y me enfrentará?
¡Oh lluvia, disuélveme! ¡Espejo, mátame!
Frank O'Hara (Baltimore, 1926-Fire Island, Nueva York, 1966)
(Versión: Alberto Girri)
No hay comentarios:
Publicar un comentario