Los caminos al norte de aquí son muy secos.
Los primeros brotes rojos trasplantan la primavera letal
y los cuervos, como un enjambre, bajan en nubes
sobre los campos desde París hasta Béziers.
He aquí la cosecha del Señor: el niño del pueblo
a quien le partieron la lengua en dos,
las comadres que se truenan las articulaciones
en las rodillas al ir arrastrándose hasta Carcassonne.
— Si el mundo no fuera malo en sí mismo,
dijo el bendito, entonces cada elección
no constituiría una pérdida.
La enfermedad del siglo es la carne,
dijo. Por tanto, hay que construir con piedra.
Los muertos con sus labios negros se amontonan
unos sobre otros, en una intimidad de amantes.
Robert Hass (E.E.U.U., California, 1941)
(Traducción: P.López Colomé)
THE PURE ONESRoads to the north of here are dry.
First red buds prick out the lethal spring
and corncrakes, swarming, lower in clouds
above the fields from París to Béziers.
This is God's harvest: the village boy
whose tongue was sliced in two,
the village crones slashing cartilage
at the knees to crawl to Carcassonne.
—If the world were not evil in itself,
the blessed one said, then every choice
would not constitute a loss.
This sickness of this age is flesh,
he said. Therefore we build with stone.
The dead with their black lips are heaped
on one another, intimate as lovers.
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