miércoles, 16 de diciembre de 2009

SPLACH (GASGACHAU)






















Mientras llueve, el río, naturalmente, ha crecido un poco;
unas leguas arriba, el volumen es, cada vez, más pequeño,
unas leguas abajo el caudal es completo.
Por ejemplo:
el mar no ha llegado a decir —«esta boca es mía»—
y es un haz de burbujas erizadas al fondo del abismo;
tenemos, también un lavadero, y, en él, una escudilla con gruesas capas

de grasa,
un pilón que chorrea lenguas aglutinantes, una vajilla muerta y pegajosa,
una mano hacendosa que gotea y el rocío en la arruga de la rosa;

tenemos un chupete y el beso prohibido del desagüe.
¡Qué haremos! Aquí hay un medidor con muchos metros cúbicos de

exceso
y líquidas agujas que marcan litro y litro;
se tiene una sed punzante y descosida
pero unas cuantas puntadas, dejan la garganta fresca y el cuerpo sin fatiga.
Todos los camellos llevan odres de vino blanco.

En cualquier momento
se suele llorar en los lugares más desagradables
pero orinar en las copas, no ha sido nunca cosa correcta:
ni en una copa de metal o de vidrio ni en la copa de un árbol,
pero un fuerte aguacero se filtra por la copa de fieltro del sombrero.
En física se puede decir
que el líquido toma la forma de su recipiente;
así mismo, cabe asegurar
que sólo son tres los estados del agua
pero, el recuerdo de haber llorado en otro tiempo no tiene forma ninguna
y la idea de que lloverá el próximo invierno
no ha sido jamás un cálculo exacto.
Quien nos dice: «¡Aléjate de la catarata!»
no es capaz de ser el agua que recibe a otra
desparramada desde una gran altura,
ella gira por todas partes hay vertientes en propiedad pero no hay ríos

tributarios,
una gota que se evapora es una señal que salta hasta donde menos se
piensa.
Entonces está visto, el agua es una cosa extraña y sabia,
se vierte sobre sí misma sin hacer daño a nadie.
Se quisiera embotellar todos los manantiales
y nadar contra todas las corrientes: ello no requiere suma paciencia,
ello no es muy difícil, solamente se pide capacidad y ánimo;
la vida es una joven fuerza hidráulica
basta colmar el corazón para morir de hidropesía.
Se tiene el noble deseo de regar tos campos más puros
y de cultivar los jardines desconocidos
porque casi siempre el pensamiento se convierte en una extensión

abandonada.
¿En qué órgano secreto canta el alma del agua?
¿qué misteriosas tuberías se llevan su palabra?
Aquí mismo
las nubes se vierten sobre la corriente amplia,
se llegaría a cero después de muchos días de surcada,
se llegaría a ver la última sonrisa de la linfa que transita
más abajo
con qué cristales locos se mira a tal distancia.
Desde aquí se siente
la caída de un agua sobre otra...





Rafael Méndez Dorich

(de: El libro de unos sonidos
37 poetas del Perú,
Selección y Biografía:
Reynaldo Jiménez)

Rafael Méndez Dorich («Rafo Méndez») nació en Moliendo, Arequipa, en 1903 y falleció en Lima en 1973. Refiere Lauer: «Fue un activo animador del vanguardismo poético desde Barranco, donde por años mantuvo un animado salón, Bohemia de Barranco, y gran conocedor de poesía europea. Aunque empezó a publicar a mediados de los años 20, Méndez Dorich viene a ser un vanguardista tardío: Dibujos animados, el libro que lo ubica en el mapa poético, es de 1936 y ya lleva la huella del purismo postvanguardista. Manuel Pantigoso (1993), quien lo considera más cercano al surrealismo que a la vanguardia propiamente dicha, da la noticia de que Dibujos fue escrito "durante los años en que el autor estuvo ciego a raíz de una bala que rozó sus ojos durante el levantamiento de Huapaya, en el cuartel de Santa Catalina". (...) Al final de su vida una intensa miopía lo mantuvo al borde de la ceguera.» Participó en el número único de El uso de la palabra (1939) y en Vicente Huidobro o el obispo embotellado, la polémica publicación de Westphalen y Moro contra Huidobro a raíz de un ataque de éste a Luis Buñuel. Dejó inéditos, al parecer, Profundo centro y unas Novelas radiales, anunciadas en alguno de sus libros. Poesía: Sensacionario (Buenos Aires, 1924); Dibujos animados (Lima, 1936); Globos cautivos (Lima, 1968; salutación de Ernesto More); Profundo centro (Lima, 19??). Ensayo: Ubicación del arte en la cultura (Lima, 1943).



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