En caso de que la mujer por otro, en el peor de los casos, o por
lo que fuere, decidiera irrumpir en la construcción, patológica e
inevitable, del sujeto activo en el amor, es decir el amante, para
comenzar a dedicarse a otra cosa o por el simple hecho de que
su marco epistémico, a la hora de considerar la toma de postura
frente a los acontecimientos que la importunan, la hiciera repensar
y repensar el cómo, la forma para matar la situación, bajo la
pretensión de pensar como identidad neutra, en la coyuntura del
género, procediendo luego, un poco por impulso y otro por esencia
misma, a aplicar todas sus fuerzas a la hora de cerrar la puerta
intentando el cierre para siempre, y tomando como apoyatura para
el fundamento el agua que cae de sus ojos, el sujeto de amor activo
sentirá y resentirá que para poner, quimérica e ilusoria,la comunicación,
tan deseada, en funcionamiento y hacer manifiesto todo
aquello que su cerebro maquina tras los hechos adversos acontecidos
recientemente, a causa de divergentes e irreconciliables perspectivas
individuales que nunca conseguirán la unidad en la visión del
mundo, grave sería el error, y la distancia, si en la elección para el
caso optara por el tradicional sistema comunicativo, en el que, al
menos la mayoría de la humanidad, a ciegas, deposita plena
confianza en su supuesta operatividad al momento de decir, salvándose
de la crisis que produce representar la cosmovisión en estos
signos que por arbitrarios, poco satisfactorios. Así, el paciente (del
lat. patior) solo en sí mismo y consigo mismo, revisará la noche de
los enamorados, y ya no pensará en la velocidad de la luz estelar, en
la armonía o las canciones que el movimiento deja oír en el universo
sino que considerará cómo, de qué modo resolver el problema del
dolor, la angustia, la imposibilidad de decir: dónde hallar el
elemento, el hacha de Walt Whitman para no hacer ningún tipo de
pacto y entrar a darle y darle, al lenguaje, hasta arrancarle los
caprichos, la manía, esa puta costumbre que tiene el hijo de mil puta
de fingir amistad y después, en el momento menos oportuno:
enmudecer, ocultar, dejarnos solos. En ese momento en que la
respiración se corta y cuesta, cuando todo el sufriente duele y duele
pensará que el hacha en su camino a la palabra ha equivocado la ruta
deteniéndose del lado interno, en el medio del medio, el pecho, donde
presuntamente la esencia reside, según el creyente: entonces, el
enamorado, desestimando toda existencia sobrenatural, mística:
Alprazolam 0,50mg: triazolobenzodiazepina de vida intermedia
agonista directo de los receptores benzodiazepímcos asociados al
complejo-receptor GABA-A, para lograr la acción inhibitoria del
Gaba: 3 a 4 veces diarias según sintomatología o desilusion:
Dios salve a los hombres tristes de las mujeres hermosas
(de: El ella real,
Hemisferio Derecho
Ediciones, 2009)
Ignacio Uranga (Argentina, Buenos Aires, Bahía Blanca, 1982)Hemisferio Derecho
Ediciones, 2009)
Imagen: "El beso" (1882), escultura de Auguste Rodin, Musée Rodin en París.
4 comentarios:
cuánta complicación, y ni siquiera bella...
La complejidad no me parece un obstáculo para disfrutar de este poema, tampoco la artillería del vademecum final. Se trata de uno de los textos que más me gustó del libro de Uranga. Hay una mezcla de registros propia del autor: del ensayo erudito, a la filosofía del lenguaje, del coloquialismo al psicoanálisis y de ahí al existencialismo o a la sociología, etc.etc.Todo esto produce un extrañamiento emocional respecto del tema en cuestión: qué hace uno cuando se queda solo o es abandonado por las mujeres que más amó. Con este tema muchos poetas cayeron en el lugar común. Y, sin embargo, aquí aparece planteado con una forma original y bella, también, sí, en su discurrir reflexivo.
Ya ves que no siempre vamos a estar de acuerdo.
Gracias, Beatriz, por el aguante.
Felicidades.
Un beso.
El amor es complejo,la comunicación,también lo es. El verdadero desfío,que a mi entender, se le presenta al alma, es poder vivir las experiencias dejando incluso que "el hacha " entre y salga cuanto quiera. Es tan capaz de desarmarse ante el amor, el placer, la beatitud ¿por que no lo haría también ante el dolor que causa el desamor.
Las tribus nómades del desierto árabe solían maldecir al enemigo diciéndole"OJALÁ TE ENAMORES".
El amor y el dolor...siempre van de la mano. El alma lo sabe.
OLGA
qué bueno esto de ignacio. me recuerda mucho a la escritura de javier galarza. un toque de romanticismo postmoderno. un neorromanticismo pasado perlongher y el polvo abisinia exibar.
la pregunta que sigue es: '¿a dónde van los cuerpos del amor?'
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