"Siéntanme para hacer el bien", dijo nuestro padre
en su lecho de muerte. No teníamos ni la menor
idea —ni la más mínima, de hecho— de lo que quería decirnos.
Su último suspiro pasó como a través de un hoyo en la pared.
Nos dejó una llave, pero ¿cómo meterla
ahí? "Siéntanme
para hacer el bien." ¿Acaso quería decir
que aunque muriera su presencia se sentiría
a través de una apertura, o de algún instrumento invisible
que él, nuestro papá, había descubierto justo
en ese instante? Entonces, para hacer siempre el bien, ¿sólo
necesitábamos sentir su espíritu? O ¿se trataba acaso
de una disculpa por estar muriendo? "Sientan que hago el bien
al no intentar, dejándome llevar por su insistencia, permanecer
a su lado. He allí el amplio pasadizo,
el esplendor de la gran torre,
y ustedes me imploran que espere aquí, ¡con los gusanos!"
Si hubiera aclarado en qué términos hablaba y hubiéramos podido
discriminar entre sus múltiples motivos, podríamos haber
discernido
cómo "hacer el bien" antes de nuestra muerte, suponiendo
que él hubiera sentido el repentino conocimiento
de lo que era la muerte.
"Hacen mal porque no sienten
lo que yo en este momento", eso era tal vez. "Siéntanme
e imiten mi estado, pues me estoy volviendo menos denso,
me estoy sintiendo bien por primera vez."
Luego la vena explotó, y nos quedamos de rodillas
en torno a un vacío más que inmenso.
Ya no podemos sentir
a nuestro padre. Su poder nos atraviesa, sí, pero él
—su pecho y su mejilla, el pie y la palma de la mano,
esa boca oracular— descansa en paz. Y nosotros todavía
estamos descifrando el significado aquel. "Siéntanme",
dijo, enfatizando la palabra.
¿Acaso debíamos haber distinguido en ella el deseo,
la súplica de una caricia —una caricia constante,
pues la carne sobre la carne era todo lo que podíamos hacer
para bendecirlo? Los agonizantes han de sentir
la presión de esa
pregunta —yacentes, enfriándose
de la ceja a los talones— escuchando a los apasionados
cobardes allá arriba
que gritan la protesta de su amor:
"¿Qué podemos hacer? ¿Te sientes
bien?" —Mientras la pared se abre
y la noche azul se desparrama por ahí—. "¿Qué
podemos hacer? Queremos hacerte el bien."
"Acuéstense aquí conmigo y abrácenme fuerte. Tóquenme.
Quédense
conmigo. Sientan conmigo. Siéntanme, para hacer el bien,"
May Swenson (E.E.U.U.; Logan, Utah, 1913 -1989)
(Traducción: P. López Colomé)
FEEL ME
'Feel me to do right,' our father said
on his death bed. We did not quite
know —in fact, not at all— what he meant.
His last whisper was spent as through a slot in a wall.
He left us a key, but how did it
fit? 'Feel me
to do right. Did it mean
that, though he died, he would be felt
through some aperture, or by some unseen instrument
our dad just then had come
to know? So, to do right always, we need but feel his
spirit? Or was it merely
his apology for dying? 'Feel that I
do right in not trying, as you insist, to stay
on your side. There is the wide
gateway and the splendid tower,
and you implore me to wait here, with the worms!'
Had he defined his terms, and could we discriminate
among his motives, we might
have found out how to 'do right' before we died —supposing
he felt he suddenly knew
what dying was.
'You do wrong because you do not feel
as I do now' was maybe the sense. 'Feel me, and emulate
my state, for I am becoming less dense—
I am feeling right, for the first
time.' And then the vessel burst, and we were kneeling
around an emptiness.
We cannot feel our
father now. His power courses through us, yes, but he—
the chest and cheek, the foot and palm,
the mouth of oracle—is calm. And we still seek
his meaning. 'Feel me' he said,
and emphasized that word.
Should we have heard it as a plea
for a caress —A constant caress,
since flesh to flesh was all that we could do right
if we would bless him? The dying must feel
the pressure of that
question —lying fíat, turning cold
from brow to heel— the hot
cowards there above
protesting their love, and saying,
'What can we do? Are you all
right?' —While the wall opens
and the blue night pours through. 'What
can we do? We want to do what's right.'
'Lie down with me, and hold me, tight. Touch me. Be
with me. Feel with me. Feel me, to do right.'
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