En un paisaje de adobes
y de piedras solitarias,
debajo del cielo puelche
una calandria cantaba.
(En el corazón tenía
una guitarra hechizada.)
Cuántas cosas le salían
de su sangre enamorada:
todo el canto de la tierra
le cabía en la garganta.
(Qué dios remoto y silvestre
le regaló tanta magia?)
Era el triste de los yuyos,
la huella de las aguadas,
era el estilo del viento,
la milonga de las bardas.
(Porque mil pájaros sabios
era la sola calandria.)
Una vez regresó el río
con pifulcas desbordadas,
y sus viejas sinfonías
me repitió la calandría.
(Era una niña de cobre
con un cacharro de lágrimas.)
Dónde andará con su canto?
De quién serán sus tonadas?
Con esta música vuelve,
pero mi voz no la alcanza.
(Se me ha vuelto la calandria
una guitarra con alas!)
(Canción)
Juan Carlos Bustriazo Ortiz (Argentina, La Pampa, Santa Rosa, 1929 -Id., 2010)
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