Antiguo andaba el hombre por el mapa celeste y celestial.
Antiguo andaba.
Saltando de estrella en estrella.
Escribía en el portón claro de la luna.
En el largo muro de la noche.
Y se cubría de lianas de silencios. De silenciosos bejucos se llenaba.
De distintas clases de silencios.
Hasta el amanecer.
En el amanecer, moría. Como aquel otro acá abajo, en una mesa de la
confitería "El Molino", cerca de la terminal de ómnibus.
Moría pensando.
Y alegre era todo. El oscuro todo.
El navegable río del todo.
La gente andaba, saltando de baldosa en baldosa.
Antigua la gente, también, en la tierra.
Con el corazón del grandor del puño cerrado, como cuando solía
medirse el tamaño del pie de las medias, al comprar en la tienda, el varón.
Antiguo.
Todo es antiguo.
Tal esta María Fredesbinda Condorí, empanadera,
con su canasto tapado con un trapo blanquísimo y una empanada de muestra
encima, en la esquina de Dorrego y Escolástico Zegada.
Antiguo, sí.
De amanecer en
amanecer, se volvió antiguo el mundo.
Néstor Groppa (Argentina, Laborde-Córdoba, 1928- San Salvador de Jujuy, 2011)
IMAGEN: Interior de la confitería Del Molino (Buenos Aires).
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