Oh, Damsi, Damsilla
no creo que
tengas que pasar
por todo ese complicado
mecano: sexo
desvergüenza, escritura
sólo para decirnos
que querías olvidarte
del amor
y de todos nosotros
no somos ni tantos
ni tan interesantes
para dedicarnos
tal esfuerzo,
no te preocupes por nosotros
patinar por las hojas
podría ser un sueño
si no fueran ni tan idóneas
tan pasmosamente blancas
ni tan listas y tan ensimismadas
y mirando de cerca
por sus celosías
no se entreviese
esa escritura que puja
por aparecer en su blancura
y al mismo tiempo se escurre
e poi
l'amore
no es algo
que pasa
de uno a otro
como un mate
no se escribe
ni viene del sexo
ni va hacia él
ni sé dónde reside
pero es algo
que no tiene
miramientos
y va y viene
con ligereza
con violencia
con timidez
con tozudez
y deja marca
oh y ahora
a ver si nos
podemos despedir
sin resentimientos
como si empezáramos
a bailar
sin piruetas,
sin malabares
cada cual con su ritmo,
armoniosamente.
Marylin Contardi (Argentina, Santa Fe, Zenón Pereyra, 1936)
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