Mi rico viejo
abuelo escocés hizo
su dinero vendiendo
lotes de tierra en un cementerio
y tenía una reluciente cabeza
calva donde de tanto
en tanto una pequeña
dura cerda solía
crecer dándole
tal fastidio que me
hacía subir sobre un
banquillo para que se la arrancase
con pinzas
corazón, escúchame
cuídate de esta muchacha que
viene trayendo dones
que tú nunca hubieras
soñado entonces
¡La cabeza del abuelo yace
bajo tierra brillando
allí como un espejo!
James Laughlin (E.E.U.U.; Pittsburgh, 1914 -Norfolk, Connecticut, 1997)
(Traducción de Alberto Girri)
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