Tengo la cabeza metida en una campana
y zapateo americano en un plato de latón.
Tengo la cabeza metida en una campana
y los obreros que construyen la celda
están paleando sobre mi boca.
Zapateo americano en el plato de latón
y una enfermera golpea duro la campana
y duro con el palo de Vallejo.
En los últimos barcos partieron los isquémicos.
Mis amigos se abrazan y temen por mi suerte.
Así terminan las historias de amor, campos de peligro.
Tu ausencia se propaga como el fuego
y escribe en la pantalla del resonador:
Hay demasiado Hollywood en tus sueños.
Esto no es Dickens, muñeca.
Tengo la cabeza metida en una campana
y te veo detrás de los cristales empañados
con tu espléndido pavo salpicado de arándanos,
el centelleante pino de Navidad junto a la chimenea.
Escena prolija donde todos conversan suavemente.
Estás comiendo con retratos.
No hay que confiar en Hollywood.
Este es un callejón sin salida
donde sólo los retratos sonríen.
Una irisada pompa de jabón
sujeta a la más extrema melancolía.
No hay que confiar en Hollywood.
Es tal mi estado de necesidad
y en el sueño de Dickens todos somos mendigos.
Graciela Cros (Argentina, Carlos Casares, Buenos Aires. Reside en San Carlos de Bariloche desde hace 37 años)
(*) (El texto es una re/escritura de un poema de Graciela Cros aparecido en LA ESCENA IMPERFECTA, Ediciones Último Reino, Bs. As., 1996)
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