domingo, 14 de septiembre de 2008

CAMPO AFUERA -Fragmento-
















Acercarnos a las púas,
al avestruz de alambre rockero del campo, del canon.
Siempre alimentarán el pulso las uñas europeas, sabés.
A cambio de nada, nos quitan el derecho
a camuflarnos como insectos. La tierra seca,
por ejemplo, o las matas de piquillín bordeando el camino,
¿no están acaso dispuestas como en teatros
los cortinados de pana obligando
a que cada uno mire al escenario renunciando a su pequeño espejo de bolsillo?
Pero si el campo es un teatro. ¿Cómo explican los bulbos
tallados, los perros sin doble fondo
y que en cada hoja una hormiga se desplace
inconcientemente alelada por el sol y el color?
Lo juro. No estoy investigando. En cuclillas, lo que más deseo es hablar con Horacio
y terminar esa partida de Ludo. Si sigue lloviendo.
A menudo sucede que se engendran
o toman cuerpo en el continente tormentas secundarias.
Las tormentas desempeñan generalmente una función útil y reparadora
en el sistema orgánico:
limpian la atmósfera y el suelo, disipan los miasmas
y renuevan la electricidad... la electricidad?... quizás sea el momento
de averiguar cuál es el número de víctimas causadas por el rayo.
Esto me recuerda el asunto de la bicicleta. Mi confianza fue como una soga
que al estirarse se hizo dura y angosta, y que finalmente cedió:
tuve que volver a la chacra a pie. Siempre fui generoso a cuesta mía y de mis amigos.
En el camino me entretuve mirando el cielo: arriba, justo arriba de mi cabeza,
las nubes eran deformes y hasta diría
impuras, bajé la cabeza lentamente como diciendo "sí",
esto me permitió ver la parte del cielo de más adelante:
la zona me pareció ordenada ¡Qué maravillosa es nuestra misión!
¿No somos nosotros los que protegemos
toda la naturaleza viviente contra el más cruel de los destinos?
Las tradiciones de los países montañosos
están llenas de sucesos extraños
en los que las nubes desempeñan un papel primordial.
Trataba de explicarme la relación entre mi cabeza y mis pies. Ya no tenía mi bicicleta.
¿Estaba realmente enojado? Era un par de pies, una máquina destinada a transformar
en energía mecánica cualquiera de las otras clases de energía que actuaran sobre ella.
Utilicé el recuerdo de esta traición para alcanzar la casa.





Santiago Pintabona



Santiago Pintabona. Poeta argentino, nacido en Buenos Aires, en 1974. Publicó Campo afuera, en Ed. Nusud, en 2000. Fue incluido en la Antología "Monstruos" de Arturo Carrera.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pregunta. llegué a la S para buscar un poema de Santiago Kovadloff. No lo encontré. Saludos.

Marcelo dijo...

Todavía no publiqué nada de Kovadloff, que me parece más interesante como ensayista que como poeta, un caso parecido al de Hugo Mujica. Pero ya lo haré. Ahora estoy cerrando el año. No obstante, Anónimo, se aceptan sugerencias respecto del algún poema o -mejor todavía- el envío de los poemas que te gusten.
Saludos