Ahora el otoño carcome el verdor de las colinas,
oh mis dulces animales. Aún escucharemos,
antes de la noche, el último lamento
de los pájaros, la llamada de la gris
llanura que marcha hacia aquel rumor
alto de mar. Y el olor a madera
bajo la lluvia, el olor a cuevas
cómo es de vivo aquí entre las casas,
entre los hombres, oh mis dulces animales.
Este rostro que vuelve sus ojos lentos,
esta mano que señala el cielo donde
retumba un trueno, son vuestros, oh mis lobos,
mis zorros quemados por la sangre.
Cada mano, cada rostro, son vuestros.
Tú me dices que todo ha sido inútil,
la vida, los días corroídos por un agua
asidua, mientras asciende de los jardines
un canto de niños. ¿Están entonces ahora
lejos de nosotros? Pero ceden en el aire
apenas como sombras. Esta es tu voz.
Pero acaso yo sé que nada de todo esto ha ocurrido.
Salvatore Quasimodo (Italia; Siracusa, 1901 - Nápoles, 1968)
(Versión castellana de Alejandra Pizarnik
y María Cristina Giambelluca)
y María Cristina Giambelluca)
Ora l'autunno guasta il verde ai colli,
o miei dolci animali. Ancora udremo,
prima di notte, l'ultimo lamento
degli uccelli, il richiamo della grigia
pianura che va incontro a quel rumore
alto di mare. E l'odore di legno
alla pioggia, l'odore delle tane,
com'è vivo qui fra le case,
fra gli uomini, o miei dolci animali.
Questo volto che gira gli occhi lenti,
questa mano che segna il cielo dove
romba un tuono, sono vostri, o miei lupi,
mie volpi bruciate dal sangue.
Ogni mano, ogni volto, sono vostri.
Tu mi dici che tutto è stato vano,
la vita, i giorni corrosi da un'acqua
assidua, mentre sale dai giardini
un canto di fanciulli. Ora lontani,
dunque, da noi? Ma cedono nell'aria
come ombre appena. Questa la tua voce.
Ma forse io so che tutto non é stato.
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