El cerebro cae en picado
cada vez más profundo.
Los cables tensores
sacudidos por el viento
descendiente.
El timón cimbrea,
se desvía,
«por sí solo».
También una música;
aire que susurra,
maderas que crujen.
Larguero,
oído, cabeza,
que estallan.
Remolino
sin dolor,
que se olvida
a sí mismo,
solemne,
ligero
deslizarse
hacia
lo oscuro.
Hans Magnus Enzensberger (Kaufbeuren, Alemania, 1929)
(Traducción de José Luis Reina Palazón)
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