La remera puesta a secar
vuelve al cuerpo
polinizada estos días
y cuando la cabeza
se mete como serpiente
en esto que por un segundo
es un túnel opaco
y hace fuerza para salir
y sale por el cuello,
queda flotando el polen
de mi lado de la cama
bajo la luz de la lámpara
- Llegué tarde, perdoname, es el reloj
Hay poemas impagos, mi amor
y un cajón lleno de medicamentos
en general no más de un paso entre los objetos
y un frizer oxidado donde todo
lo sólido
se deshiela.
Francisco Bitar (Argentina, Santa Fe, 1981)
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