Me vi pasar por habitaciones desiertas.
Las estrellas bailaban dementes sobre el fondo azul,
En el campo los perros aullaban con fuerza,
Y los copos se sacudían ante la embestida del viento.
De pronto: ¡el silencio! Un sofocante escalofrío
Hace brotar venenosas flores de mi boca,
Del ramaje cae como de una herida
El pálido rocío, y cae y cae como sangre.
Del vacío engañoso del espejo
Se levanta lentamente, como hacia lo indefinido,
Desde el espanto y la oscuridad un rostro: ¡Caín!
Silenciosa susurra la cortina de terciopelo,
Por la ventana mira la luna cual si mirara al vacío,
A solas con mi asesino estoy ahí, por fin.
(Traducción de Sven Olsson-Iriarte)
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