viernes, 2 de enero de 2009

ELLA



Ella vendrá trayendo sus regalos,

nos colmará de dones. La alegría
hará correr sus risas por la casa.
Se llenarán de gozo los rincones
más hondos, los armarios, los desvanes.
Se vestirá de fiesta nuestra casa.
Por un momento no reinará el miedo,
que se ha ido; la risa lo ha alejado,
la risa de la fiesta que nos trae
ella con sus regalos imprevistos.
¡Qué imprevisible fiesta la que aporta
al arribar con sus dones que ríen
ella la amada, ella nuestra amiga!
Ella nos cura todas las heridas,
las llagas que los días nos han hecho,
los días como perros que nos ladran
y que quieren quitarnos nuestro pan.
Ella nos libra de los enemigos,
del odio, de la muerte. Inmortales
ella sentir nos hace, y las puertas
del infierno nos abre y caminamos
riendo y correteando hasta que, al fin,
del paraíso se divisa el monte.
Ella es quien nos franquea las entradas
de la ciudad divina, inexpugnable.
Ni el miedo ni la muerte prevalecen
cuando su risa suena por la casa,
cuando advertimos el susurro que hacen
sus pasos al subir las escaleras.
Ella eternos nos hace, y felices,
y queremos que el cuento nunca acabe,
que siempre ella retorne con su risa
y que siempre la estemos esperando.



Lorenzo Martín del Burgo (Almagro, Ciudad Real, España, 1952)






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