No es la luna serena y honda que anda en Tulumba
sino la luna roja, degollada, que yo exalté en Gatuna,
de la estirpe llanera.
Cada año visita el recodo maldito
convocando a un pequeño fantasma solitario.
Es el del muchachito postillón, aún perplejo,
que allí quedó esperando un velorio imposible
desde que Santos Pérez dio otro giro a la Historia
desconcertando el rumbo de la sangre.
Allá en la Recoleta, Juan Facundo, el riojano
que le hizo larga sombra al arrogante
señorío feudal de Juan Manuel de Rosas,
turbado por el ruido de un folklore dudoso
de cuño comercial y música barata
piensa en el ángel de la escolta,
esa inocencia que no pudo crecer
para mirar como a la vez crecían
la patria y las guitarras,
los puñales, los sueños, el trigo, las chinitas.
La Luna de Barranca Yaco.
Raúl González Tuñón (Buenos Aires, Argentina, 1905 -Id, 1974)
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