Anoche tuve un sueño rarísimo: soñé que me encontraba con tus padres en la puerta del teatro. Raro, porque a tus padres no los conozco.
"Sólo música en estado de pureza" no necesariamente quiere decir que "la fatiga crónica le impide estar más de cinco minutos en la tarima, al frente de la orquesta", como suele señalarse. Ni que, ejemplo de todos los ejemplos: "hay en el aire una aguda tensión de lo inminente".
Tu padre parecía una mujer vieja, delgada, alta, de piel muy blanca, ojerosa, el cabello seco, casi totalmente canoso. Tu madre usaba un sencillo vestido negro, que llevaba pegado al cuerpo.
Unos chicos daban vueltas en skate alrededor de nosotros.
Entonces el sueño cambió de escenario y de protagonistas. A la sombra de un árbol, dos campesinas hablaban del amor. No había pájaros en las ramas, ni lombrices en la tierra, ni vida en el verde. Con excepción del ruido que rítmicamente hacía la púa sobre el mismo punto de un vinilo antiguo, el resto era silencio.
Ezequiel Alemian (Argentina, Buenos Aires, 1968)
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