Todos los poemas se escriben en el agua.
A todos los poemas se los lleva el agua,
los disuelve el agua.
El poeta lo sabe y sabe que es inútil
atrapar con palabras este sol tan índigo,
la tarde en tres pájaros,
seis caparazones de cigarras muertas
y la esqueletura gris y taciturna
de un digno lapacho.
Sin embargo insiste. Insiste. Insiste.
En esa insistencia transcurre el poema
y dice lo que calla, calla lo que siente,
siente lo que dice
y se lo lleva el agua.
Orlando Van Bredam (Argentina, Entre Ríos, 1952)
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