Esta mañana soledad hemos llevado las esteras
a airearse, hemos llevado a los niños a jugar
al parque y nosotros nos hemos ido al huerto
rebosante de diente de león y grama;
la hierbabuena llena de abejorros
coloreaba de lila los fresales.
Teníamos que escardar, cavar,
arrancar la grama, la cola de caballo
y la enrededera raíz a raíz.
Es una labor lenta, y es probable que luego
recordarámos que habíamos tenido entre
los dedos la tierra de nuestros plantíos.
A mediodía solía hacer calor, y me quitaba
la camisa para cavar, pero el cielo,
a occidente, hacía crecer nubes y en la tarde,
cuando habíamos arreglado los primeros plantíos,
empezaba a lloviznar. Bajo la lluvia, con
un capote negro, sembraba zanahorias y nabos.
Por la noche, antes de dormirme, aparecían
ante mis ojos tierra y sólo tierra
y raíces raíces raíces.
Jaan Kaplinski (Estonia, Tartu, 1941)
(Traducción de Jüri Talvet
y Albert Lázaro Tinaut)
y Albert Lázaro Tinaut)
IMAGEN: Fotografía de Jean-François Rauzier.
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