No sé vivir
conjugando licor y miedo
escapando/ siempre escapando
por calles donde la lluvia
no se detiene.
No se detiene la lluvia
en las calles que conozco.
Los de la funeraria
se llevan en pequeñas cajas
a los niños que no supieron llorar.
Los llevan/ los llevan.
Yo voy en una de ellas
y el llanto humedece la madera.
El llanto que nadie ve
que nadie vio cuando quise
cuando mi cuerpo de lagarto
se deslizaba entre las piernas de mi madre
con hipotermia y miedo
y los gritos de esa perra
el susto de esa perra echándome al suelo
dentro de un extraño violín sin cuerdas.
Porque no sé vivir,
porque no he conjugado el cristal
y la vida es la trampa
donde caen flores secas
corazones/ sangre sucia
y yo que no sé vivir
he caído
y caigo
y nuevamente el cielo
las caricias de los que noche a noche
nos repartimos el veneno.
Un veneno extraño con mil nombres
que se instala en flores verdaderas/perfumadas
para pudrirlas dentro
y para que amanezcan con nosotros
un día u otro en la pequeña caja
que los de la funeraria llevan bajo el brazo.
Violín negro de Dios.
Música negra de Dios.
Dientes cariados de Dios
mordiendo el nido de músculos
tendones
huesos y testículos.
No sé vivir.
Apenas sé tomar el vaso
inclinarme a saludar
y apoyando mi cabeza en miles de almohadas/
en miles de pubis/ olvidar a esos funcionarios
que reparten en las ciudades de la muerte
semillas de un fruto
que tarde o temprano
nos obligarán a comer.
Roberto Genta Dorado
Roberto Genta Dorado nació en la ciudad de Montevideo, República Oriental del Uruguay en el año 1957, y murió en la misma ciudad, en 2014. Ha publicado varios títulos en poesía, entre los que se destacan sus últimos dos: Sangre Sucia (La Gotera) dos ediciones, y recientemente Fractal por Ático ediciones. Su poema Amecedario conoce su versión en disco compacto por la editorial Civiles Iletrados (Maldonado).
1 comentario:
Su mejor poema.
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