Es apenas una aldea de pescadores junto al mar.
Al sol se iluminan los naranjales.
En el verano las naranjas caen maduras en los arenales de la playa,
Uniéndose a los cangrejos y a las conchas, mientras que los niños
Se aventuran al mar y las mujeres van a buscar agua, con sus latas
En la cabeza.
Hombres, escenario y animales se integran al aire de la mañana.
Antes que hubiesen descubierto la redondez de la tierra
Esa aldea existía, con su iglesia y su cementerio,
Los artesanos vueltos hacia el océano, la cal de sus casas,
Y su aire que llena las flores y los patios bajo la nieve.
En la noche las parejas se amaban gravemente, sensibles al deber
De procrear nuevas figuras para el paisaje.
Del mar, los hombres sacan el sustento, cavando las olas con las
Redes que al anochecer extienden en la playa al momento preciso en
Que, junto a rígidas puertas, mujeres jóvenes dejan de hilar.
Los niños se aproximan a ver los frutos del mar
Y miran las estrellas marinas y la agonía de los peces que,
En los platos se unen al aceite, al vino...
y a las conversaciones familiares.
Es una aldea con sus cabras en colinas de piedras.
En la noche bajo las constelaciones, no se ve ni el mar
ni los olivos.
Junto a una ventana, una lámpara ilumina una sala.
En torno a una mesa una pareja de viejos dormita,
Un hombre canta y bebe vino y una mujer joven
ofrece a un niño la dádiva de un seno desnudo,
Un seno bello y antiguo como Europa.
Lêdo Ivo (Maceió, Brasil, 1924- Sevilla, España, 2012)
(Un brasilero en París)
(Traducción de Nidia Hernández)
Poema extraído del sitio la maja desnuda, donde se puede leer una excelente selección de poesía extranjera realizada por Nidia Hernández y una antología de poetas venezolanas.
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