Mi amigo me escribe: "Nos nació una niña".
La carta esponjada me llega
de aquel vagido. Y yo la abro y pongo
el vagido caliente en mi cara.
Les nació una niña con los ojos suyos,
que son tan bellos cuando tiene dicha,
y tal vez con el cuello de la madre
que es parecido a cuello de vicuña.
Les nació de sorpresa una noche
como se abre la hoja de un plátano.
No tenía pañales cortados
la madre, rasgó el lienzo al dar su grito.
Y la chiquita se quedó una hora
con su piel de suspiro
como el niño Jesús en la noche,
lamida del Géminis, el León y el Cangrejo,
cubierta del Zodíaco de enero.
Se la pusieron a la madre al pecho
y ella se vio recién nacida,
con una hora de vida y los ojos
pegados de cera...
Le decía al bultito los mismos primores
que María la de las vacas, y María la de las cabras:
—"Conejo cimarrón", "Suelta de talle" ...(*)
Y la niña gritaba pidiéndole
volver donde estaba sin las estaciones...
Cuando abrió los ojos,
la besaron los monstruos arribados:
la tía Rosa, la "china" Juana,
dobladas como los grandes quillayes
sobre la perdiz de dos horas.
Y volvió a llorar despertando vecinos,
noticiando al barrio,
importante como la Armada Británica,
sin querer aplacarse hasta que todos hubiesen sabido...
Le pusieron mi nombre,
para que coma salvajemente fruta,
quiebre las hierbas donde repose
y mire el mundo tan familiarmente
como si ella lo hubiese creado, y por gracia...
Mas añadieron en aquel conjuro
que no tenga nunca mi suelta imprudencia,
que no labre panales para osos
ni se ponga a azotar a los vientos...
Pienso ahora en las cosas pasadas,
en esa noche cuando ella nacía
allá en un claro de mi Cordillera.
Yo soñaba una higuera de Elqui
que manaba su leche en mi cara.
El paisaje era seco, las piedras
mucha sed, y la siesta, una rabia.
Me he despertado y me ha dicho mi sueño;
—"Lindo suceso camina a tu casa".
Ahora les escribo los encargos:
No me le opriman el pecho con faja.
Llévenla al campo verde de Aconcagua,
pues quiero hallármela bajo un aromo
en desorden de lanas, y como encontrada.
Guárdenle la cerilla del cabello,
porque debe peinarla la primera
y lamérsela como vieja loba.
Mézanla sin canto, con el puro ritmo
de las viejas estrellas.
Ojalá que hable tarde y que crezca poco;
como la manzanilla está bien.
Que la parturienta la deje
bajo advocación de Marta o Teresa.
Marta hacía panes
para alimentar al Cristo hambreado
y Teresa gobernó sus monjas
como el viejo Fabre sus avispas bravas ...
Yo creo volver para Pascua
en el tiempo de tunas (**) fundidas
y cuando en vitrales arden los lagartos.
Tengo mucho frío en Lyon
y me abrigo nombrando el sol de Vicuña.
Me la dejarán unas noches
a dormir conmigo.
Ya no tengo aquellas pesadillas duras
y con el armiño, me duermo tres meses.
Dormiré con mi cara tocando
su oreja pequeña,
y así le echaré soplo de Sibila.
(Kipling cuenta de alguna pantera
que dormía olfateando un granito
de mirra pegado en su pata ...)(***)
Con su oreja pequeña en mi cara,
para que, si me muero, me sienta,
porque estoy tan sola
que se asombra de que haya mujer así sola
el cielo burlón
y se para en tropel el Zodíaco
a mirar si es verdad o si es fábula
esta mujer que está sola y dormida.
(*) Expresión popular chilena que quiere decir desparpajada y donairosa a la vez.
(**) Higos chumbos.
(***) Kipling no cuenta nada...Cita para honrar a don Paludo, gran citador.
(De "Tala", 1938).
Gabriela Mistral
Gabriela Mistral. Seudónimo literario de Lucilia Godoy; Vicuña, Chile, 1889 - Nueva York, 1957) Poetisa y educadora chilena. Hija de un maestro de escuela, con dieciséis años Gabriela Mistral decidió dedicarse ella también a la enseñanza; trabajó como profesora de secundaria en su país y como directora de escuela. Gabriela Mistral se dio a conocer en los Juegos Florales de Chile en 1914 con el libro de poemas Los sonetos de la muerte, nacidos del dolor causado por el suicidio de su prometido, el empleado ferroviario Romelio Ureta, a quien había conocido en 1906. Estos sonetos fueron incorporados en 1922 a una colección más amplia de sus versos realizada por el Instituto Hispánico de Nueva York bajo el título de Desolación. Ese mismo año dejó Chile para trasladarse a México, a petición del gobierno de este país, con el fin de que colaborara en la reforma de la educación iniciada por Vasconcelos. En México, Gabriela Mistral fundó la escuela que lleva su nombre y colaboró en la organización de varias bibliotecas públicas, además de componer poemas para niños (Rondas de niños, 1923) por encargo del ministro de Instrucción Pública mexicano, y textos didácticos como Lecturas para mujeres (1924). Terminada su estancia en México, viajó a Europa y a Estados Unidos, y en 1926 fue nombrada secretaria del Instituto de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones. Paralelamente, fue redactora de una revista de Bogotá, El Tiempo (sus artículos fueron recogidos póstumamente en Recados contando a Chile, en 1957), representó a Chile en un congreso universitario en Madrid y pronunció en Estados Unidos una serie de conferencias sobre el desarrollo cultural estadounidense (1930). En 1945 Gabriela Mistral recibió el Premio Nobel de Literatura. La poesía de Gabriela Mistra de tendencia modernista en sus inicios, su poesía derivó hacia un estilo personal, con un lenguaje coloquial y simple, de gran musicalidad, y un simbolismo que conecta con una imaginería de tradición folclórica. En sus obras expresó temas como el sufrimiento o la maternidad frustrada, así como inquietudes religiosas y sociales que responden a su ideología cristiana y socialista. La obra de Mistral, en efecto, pasó por distintas etapas relacionadas con la temática y el estilo literario. En un primer momento, con la publicación de Desolación, existe un fuerte predomino del sentimiento sobre el pensamiento a la vez que una cercanía muy estrecha con lo religioso. En este libro aborda el tema del amor desde su propia experiencia trágica: la muerte de su amante. En otra de sus producciones, Ternura (1924), la poetisa realiza una fusión de cuerpo y alma a través de la maternidad. Existe una pérdida real en el adulto: la infancia, que es restituida, en parte, a través del lenguaje. Este libro, dedicado a su madre y hermana, está dividido en siete secciones: Canciones de Cuna, Rondas, La Desviadora, Jugarretas, Cuenta-Mundo, Casi Escolares y Cuento. Muchos de sus poemas -relacionados con niños- quedaron recogidos en sus poemarios Desolación y Lectura para Mujeres. En 1938 apareció Tala, en la que está presente la cosmovisión dolorosa de Desolación. En 1954 apareció en Chile su siguiente colección de poemas, Lagar. Con anterioridad, habían aparecido dos antologías suyas, una en 1941 y otra en 1950, titulada Pequeña Antología. En esta obra estarían presentes todas las muertes, las tristezas, las pérdidas y el sentimiento de su propio fin. Éste fue el último texto que publicó en vida. De aquí en adelante se publicarían muchos más textos recopilatorios de las poesías de la Mistral. Algunos de ellos son: Antología (1957), Recados: contando a Chile (1957), Los Motivos de San Francisco (1965), Poema de Chile (1967), Cartas de Amor de Gabriela Mistral (1978) y Gabriela Mistral en el Repertorio Americano (1978), entre otros muchos.
4 comentarios:
qué maravilla! gracias, lo había olvidado.
Gracias, Sibila, es un honor que andes por acá.
Y un soplo de aire fresco, al mismo tiempo. ¿Viste que estás vos adentro del poema de Mistral?
he visto, marcelo.
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