A miles de metros de profundidad
los cambios no se producen de día en día,
advierte el Dr. Ballard,
el certero descubridor del Titanic.
Aquí en el fondo del mar
las mutaciones se aprecian
sólo de naufragio en naufragio,
de siglo en siglo. Recapitulemos.
Cuando el gran barco de mis sueños
se lanzó en picada hacia lo más hondo de las aguas,
empezó por partirse en dos.
No más
de seis minutos habrá tomado la proa
en llegar al fondo y clavarse en el barro.
La popa giró con cierta gracia en 180 grados
antes de reunirse con el resto
de su cuerpo roto.
Después empezaron a bajar los cuerpos, los pañuelos,
las maletas, la vajilla.
Iban cayendo lentamente
pero en pocas horas estaba todo bien asentado
en una superficie formada por suaves dunas,
como un cielo cubierto por nubes
que apenas agita el viento.
Hernán Miranda (Chile, Quillota, 1941)
IMAGEN: El trasatlántico Titanic, hundido en el fondo del mar, donde aún permanece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario