domingo, 28 de junio de 2009

UNA CASA CERCA DEL MAR


















oro pálido, bruma de palabras en el frío
días e iconos que ennegrecen poco a poco
los dedos al borde de un saber insumiso —


acantilados y teclados encima de paredes blancas.
Las ventanas donde resiste la noche
a veces arden, — notas que se queman
en la música más allá del tiempo,
imágenes que por la tarde caen sin ruido
en la herrumbre oscura de las aguas
al final de un sangriento combate —


en las gavetas del dormitorio
perfumadas de salvia y tomillo
se agitan los ruidos del otro verano
algunos guijarros y pulidos maderos
y la roña de los siglos
en el noble perfil de Alejandro
que un día brilló debajo de los pasos
en el desorden de las piedras —


aquí viste cómo se deshacía
la frescura de un orden de vida —
ahora sólo queda el furor
para mitigar algo de la belleza
viva aún entre la cal
el azul escamado de una barca
al amanecer en el alma que observa
cómo sube el agua en los dormitorios —


y se trata claro de esa mínima cosa
que yo vi estremecerse en una ala
encendiendo lo incógnito en un cuerpo
en el destello ardiente de las hojas —


y hubo aquel intercambio tan simple
entre el silencio dentro de nosotros y algunos ruidos
esas breves ráfagas del espíritu
colores y gritos entre las cosas
bastó con ver y escuchar
el engrandecimiento del invierno
y al mar remendar sus redes en la noche —


amaneceres en que el mundo se asombra
removido por la mano de un recién nacido
entre un rayo luminoso y la boca
y cada reflejo es un grito nuevo
ante la sorpresa de existir —


y las melodías, oh las voces
legibles en el aire gracias al bogar
de los pinceles, de alas y del negro
mucho tiempo amurallados en la noche


el silencio de las paredes el pudor de las palabras rosas
que susurran los olores en el fondo de los años
y el mar descalzo en los dormitorios abandonados —


eterno rumor de cosas insignificantes
fisuras del viento que un ala vuelve a unir
estremecimiento de hoja en la atenta brisa


mis ojos permanecen aún presos en la noche
mas espero el día en el viento amasado
en la garganta de la curruca órfica —


hace ya tanto que lo intento
y ahora sé que la distancia
afuera permanece infranqueable —


sólo puedo permanecer aquí, estupefacto
mezclando mis gestos mis pensamientos
con cosas estremecedoras v tiernas


fluido y estanco a la vez
el espíritu poco a poco se restringe
en el murmullo que envejece


y se abre a los latidos del cuerpo,
florecimiento de una fuga sin fin
cadencias de un infinito rigor


punzadas, derrotas y rebotes
la extraña claridad del espanto
de disonancias no resueltas —


insondable apertura posada
en su propio movimiento —


más tarde en la oscuridad
cifras y palabras como un paquete
de maderos torcidos de botellas rotas
que ilegibles abandona el mar.
Una vez más la luz tan cercana


sólo ha dejado pajas
que cuelgan suavemente
en la noche del cuerpo


semejantes a esas finas fracturas
de plata que el buceador
despierta en los fondos —


apaciguo los verbos que hieren
vidrios invisibles, atento
sólo al remolino que se estrecha
codo a codo en el retenido aliento


sí, sí, tanta viveza de espíritu en los dedos
en el abismo mudo del tacto
recogidos en las cosas y los cuerpos


pepitas de un fuego navideño
cuando afuera pasa el trineo
en la nieve imponiendo su peso
con inquietante dulzura —



II

quemo lentamente
algo de hierba en la herrumbre del día
ramilla en la que se balancea un grito
de vencejo subiendo a las tinieblas —

el raspetón del amanecer pela los huesos
tan claros como los ojos del alma —
en el cielo despejado un hombre
escucha sus latidos —


los guijarros tiemblan
ríen los guijarros
se amontonan en la resaca
se desgastan y vuelven a amontonarse


tintinean en mi bolsillo
se descifran entre mis dedos
idea que puedo
oír y tocar —

en pleno día mis ojos
agua que se destruye
gotas de espacio
vueltas a destruir sin fin —


pensamiento furtivo
y estratos sonoros
abiertos a las palabras
alzados en el viento


pulsación del mismo
y continuo aljofarar


en ciertos días las piedras
multiplican en lo negro
la gravedad de sus cimientes


las palabras maceradas
el ojo y las manos cogidos
en un arrebato ilícito —


luz ingrávida del cuerpo
en la idea de tinieblas


el cielo en el agua
montañas calcinadas
una risa de niño
que se desmenuza sin fin


la borrasca celeste
desde el fondo desconoce
el grito del clavo
en la idea de infinito —


ojos y boca cerrados
la rapidez del ala
en el encurvado silencio
del irrompible viento

migajas del ver
¿de qué mesa caídas
sin música alguna? —


cuando se rompe el peso
de la ola en el vergel
bordonean los copos
en el panal del cerebro


¿puede el pensamiento
de esas nieves en nosotros
sopesar el silencio


y la noche en las palabras
encalar su casa?


límpida mi página y oscuras las palabras
patas de insectos resbalando en el frío
del cuerpo agazapado aún en su espanto


ignoro cuánto fue necesario excavar
en el mismo movimiento tejido y retejido
para que brote lo desconocido del rostro


observo una antigua foto de familia
ese endeble suplemento al viaje
que humildemente busca el olvido —

(de La maison près de la mer)

Lorand Gaspar

(Traducción de Jorge Nájar)*


Lorand Gaspar. Poeta francés (Marosvasarhely, Transilvania, 1925). Se educó en la intersección de varias culturas, proviene de una familia húngara de Transilvania. Asistió a la escuela en Bucarest, se movilizó en 1943 y, a continuación, fue deportado a un campo de concentración alemán. Escapó en 1945 y se instaló como refugiado en Francia, donde, en 1952, obtuvo la nacionalidad francesa, después estudió medicina y se convirtió en un cirujano. Vivió, sucesivamente, en Jerusalén, Belén y Túnez. Publicó su primer libro de poemas en 1966: El cuarto Estado de la materia (Flammarion). Su obra posterior apareció en Gallimard: Sol absolu (1972), Égée suivi de Judée (1980) y, más recientemente,en otras editoriales, La maison près de la mer (1992) Apprentissage (1994) y Patmos (2001). También fotógrafo, ha publicado una serie de obras en prosa y libros de viajes, que incluyen Approche de la parole (1978), Feuilles d'observación (1986) y ensayos, en particular, Histoire de la Palestina (Maspero, 1968). Además ha sido traductor de diversas lenguas, a menudo en colaboración con Sarah Clair: del alemán (Rilke), del griego (Seferis), del húngaro (Pilinsky) y del Inglés (DH Lawrence, Peter Riley).

* Poesía contemporánea de expresión francesa (Unesco, 2002).Edición no bilingüe.

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