sábado, 13 de septiembre de 2008

Modificación en la alimentación de las locomotoras fabricadas en Europa

















La máquina fue construida en Inglaterra,

y por eso la boca del combustible sólo admitía,
a paladas servido por el foguista de turno,
el reconocido sabor del carbón Cardiff
que venía ciego tras millas de océano.
Pero llegó la guerra, una primero y después
otra, y la locomotora debió acostumbrar
a la leña el paladar, luego al maíz y al trigo.
Mismo el mecanismo: astillas, empapada estopa
de kerosén, fuego hasta la lámina de agua
que circunda el cielo del horno, fuerza y presión
del vapor acumulado en la caldera, arrojado
sobre los émbolos en los cilindros que lleva
sobre el liso riel dinámica a la rueda, que gira.
Pero la llama no era la misma y ascendía
por la chimenea el humo y una embriaguez
conocida se apoderaba de las aves del lugar
que volaban y parecían acompañar en torno
y numerosas, irregulares la marcha regular.



Sergio Raimondi (Argentina, Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires, 1968)




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