martes, 7 de abril de 2009

DIJO EL MATEMÁTICO HINDÚ

II


El grupo de notables que tiempo ha deleitara a nuestros lectores
dio por terminada la investigación que sumió a nuestra ciudad capital
en un nuevo fracaso. El instrumento principal en tales experimentos
era un inmenso conglomerado que cubría por completo
un área de clima tropical perfectamente uniforme en todas sus direcciones,
en su centro un hilo de agua atravesado por un tronco
por el que se trasladan en fila unas hormigas de considerable tamaño,
junto a ellas una pierna
con un corte longitudinal a la altura del fémur, de unos cinco centímetros,
que ya no sangra, tampoco cicatriza ni da muestra de iniciar un proceso.
Si pudiera abandonar mi investidura -dijo el matemático hindú-
y hablara a boca de jarro, aseguraría que el tiempo
es la burocracia del espacio, aunque no fui convocado para decir esto
y por supuesto usted tampoco para oírlo, pero el presente en verdad
lejos está de ser mi problema, y ahora esto es lo único que quiero decir:
"Que, rauda, la torva expresión supuestamente legítima abandone
el cómodo tono en procura de una sincera oscilación del pensamiento
para acompañar así la gravedad de aquella carne
estilizada en temporadas, entretiempos o cacerías.
Aunque en verdad la causa emotiva se incline en otra dirección:
la del glamour del ascetismo que resplandece y clama
en los cuartos más atestados cuando en su declarada aceptación del movimiento
exhibe con timidez su naturaleza doble. Y en específica estación,
como la rosa china se abre para urgir su tolerancia a la quietud:
una imagen fija expuesta en las coordenadas mismas del corazón humano."



Darío Rojo (Argentina, La Pampa, Eduardo Castex, 1964)




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