viernes, 17 de julio de 2009

DISPOSICIÓN



El libro ha de quedar abierto permanentemente sobre

la mesa de trabajo.

Y es más: queda estipulado que haya un guardián.

Ángel

o aquel miembro de la familia que no ignora nuestras
tradiciones.

Uno u otro

de larguísimos cabellos rojos y la máscara del fauno
y del adolescente.

Su solaz, quenas.

Pues ardua es la tarea de permanecer con la mirada
puesta sobre las páginas

que animan al estoicismo, llegan

a confundirnos como si hubiera contrafuertes
interminables canteras peldaños.

Bóvedas.

Dios de tu lado Dios tu fortín para que veas en la
crisálida y los remolinos tu
estampa de buey miedoso, abruptos
los colmenares

Que se recojan las muchachas del santuario y que
contengan la risa nerviosa durante
la oración, pese

a las abluciones

y los ejercicios ígneos se les prohiba pasar la
mano o rozar el libro con las vestiduras.



José Kozer (Cuba, 1940)



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