Cada mañana la mujer sale a la calle,
barre la vereda, amontona las hojas caídas
y les prende fuego. Luego espera que la hoguera
se extinga y regresa a la casa,
sin proponerse ninguna explicación.
Sabe que el otoño es reincidente,
que el viento abatirá otra vez los árboles,
que apenas caigan las primeras hojas,
hará con ellas una parva
y volverá a quemarlas,
como si esa mecánica bastara
para evitar cualquier sospecha, cualquier recelo
ante un posible error del mundo.
(De: Continuidad de la noche, 1993)
César Cantoni (Argentina, La Plata, Bs.As., 1951)
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