jueves, 16 de mayo de 2024

La palabra


 










La palabra, la palabra ¿Qué hay ahí, al comienzo?
El catre sobre el que fui concebida
por la poca experiencia, por algún designio, por una borrachera,
Por amor, por goce, porque así lo quise…
 
 
La soledad es una enfermedad
Que se transmite mediante el sexo
Tú no te metas y yo no me meto.
Mejor permanezcamos juntos,
Hablemos de cualquier cosa,
Y callemos algunas otras.
Abracémonos y entendámoslo: la soledad no tiene cura.



Me dormí con un renglón en la boca
Desperté. Me lo tragué. Desapareció.
Pasé el día con dolor de estómago.

(Tomado de la revista electrónica 
de poesía:"Círculo de poesía"-México.)

Vera Pavlova

(sin mención del traductor)



Vera Pavlova (Moscú, 1963). Sus libros más significativos son The Heavenly Animal (1997), The Second Tongue (1998) y The Fourth Dream (2000), que fue aclamado por la Academia Rusa de Letras como el mejor libro del año y galardonado con el premio Grand Apollon Grigoriev Prize, uno de los más prestigiosos de Rusia. Su poesía ha sido traducida a dieciocho lenguas.



martes, 14 de mayo de 2024

Terminó el día lluvioso; de la lluviosa noche

 











Terminó el día lluvioso; de la lluviosa noche
la sombra el cielo cubre con plomizo vestido.
Lo mismo que un espectro, detrás de la pineda,
la luna, rodeada de niebla, ha aparecido.
Todo inspira en mi alma una angustia sombría.
Allá lejos la luna brilla en pleno fulgor;
allá el aire rezuma tibieza vespertina,
allá la mar agita su manto de esplendor
bajo el azul del cielo.
Es el momento: ahora va ella por el monte
a las costas hundidas por las ruidosas olas.
Allá, bajo unas peñas escondidas,
ahora está ella sentada, entristecida y sola.
Sola… delante de ella ninguno llora o sufre,
sus rodillas de besos nadie en éxtasis cubre.
Sola… sin que a los labios de amante alguno entregue
ni hombros, ni húmedos labios, ni sus senos de nieve.
De su amor celestial ninguno es digno.
¿No es Cierto? Sola estás… lloras… yo estoy tranquilo.
Pero si…

(Traducción de Eduardo Alonso Duengo)



EN LAS COLINAS DE GEORGIA
 
En las colinas de Georgia se posa
la niebla. Corre el río ante mí.
Estoy triste y sereno. Es luminosa
mi tristeza, que está llena de ti.
De ti, sólo de ti... Y nada clama
ni atormenta ni inquieta mi dolor.
El corazón arde de nuevo y ama,
que no puede vivir él sin amor.

(sin mención del traductor) 
1829


El poeta


Toda la razón es suya. Aquí tiene el manuscrito.
Pongámonos de acuerdo.

1824

(Traducción y versión de Juan Luis Hernández Milián)

Alexandr Pushkin


Aleksandr Serguéievich Pushkinn 1​ (del ruso: Александр Сергеевич Пушкин; Moscú, 26 de mayojul./ 6 de junio de 1799greg.-San Petersburgo, 29 de enerojul./ 10 de febrero de 1837greg.) fue un poeta, dramaturgo y novelista ruso, fundador de la literatura rusa moderna. Su obra se encuadra en el movimiento romántico. Fue pionero en el uso de la lengua vernácula en sus obras y creó un estilo narrativo —mezcla de drama, romance y sátira— que fue desde entonces asociado a la literatura rusa e influyó notablemente en posteriores figuras literarias, como Dostoyevski, Gógol, Tiútchev y Tolstói, así como en los compositores rusos Chaikovski y Músorgski.



sábado, 11 de mayo de 2024

CORREN LAS INCIERTAS


A. S. Soloviov

Corren las inciertas sombras del día.
Es alta y clara la llamada de las campanas.
Se alumbran los peldaños de la iglesia.
Su piedra está viva, espera tus pasos.
Por aquí pasarás, tocarás la piedra fría,
Vestida con la santidad terrible de los siglos.
Y quizás, dejarás caer una flor de primavera,
Aquí, en esta oscuridad, al lado de imágenes severas.
Crecen, indistintas, las sombras rosadas,
Es alta y clara la llamada de las campanas;
Descansa la oscuridad sobre los peldaños viejos...
Estoy iluminado; espero tus pasos.

1902

LA NOCHE SILENCIOSA

La noche silenciosa, con misterio
Me presenta tu faz clara.
Los encantos de las viejas canciones
Toman al alma en este instante.
Por su camino azul
Pasas, más despacio,
Y sobre ti descansan
Dos estrellas inmóviles.

1900

¿NO FUISTE TU?

¿No fuiste tú quien pasó en mis sueños, melodiosa,
Sobre la orilla del Neva, tras la línea de la capital?
¿No fuiste tú, quien el miedo oculto al corazón quitó
Con el coraje de los varones y la ternura de una doncella?
Tú como una canción infinita te fundiste en las nieves
Y la primavera temprana repetiste armoniosamente.
Ibas hacia mí como una estrella, pero te acercabas 
con los rayos del día
Y las piedras de las calles y plazas santificaste.
¡Te canto, oh sí! Pero tu luz brillaba;
De pronto huyó entre las neblinas lejanas.
Extiendo mi vista a los países misteriosos.
Y no te veo, y por largo tiempo no hay dios.
Pero creo te alzarás, se encenderán las tinieblas escarlatas
Cerrando el círculo secreto, que demoró su movimiento.

1901

Alexánder Blok 

Traducción de Nina Bulgákova y de Samuel Feijóo.

Alexánder Blok. Poeta ruso nacido en San Petersburgo en 1880 en el seno de una aristocrática familia. Su padre fue profesor de Leyes de la Universidad de Varsovia y su madre hija de un famoso sabio. Estudió Filología en la Universidad de San Petersburgo donde empezó a publicar sus primeros trabajos literarios. Destacadísimo simbolista, es autor de una amplia obra impresionista acerca del destino. Acogió con beneplácito la Revolución de Octubre, siendo conocido desde entonces en su país como la "conciencia de los intelectuales rusos". Como precursor del simbolismo, desplegó en sus últimos años una vasta labor cultural y pedagógica.Entre sus obras más destacadas se cuentan: "Poemas de la bella dama" 1904, "La desconocida" 1906, y "Los doce "1918.Falleció en 1921.  

(Biografía tomada de la página "a media voz")







 

jueves, 9 de mayo de 2024

TRES POEMAS


 









Yo no sé si la tierra gira o no,
Depende, si la palabra cabe en el renglón.
No sé si mis antepasados fueron o no simios,
Así como no sé si se me antoja lo dulce o lo ácido. 
Pero yo sé que quiero arder y quiero que el sol
Se una en un estremecimiento con la mano.
Y quiero que el rayo de una estrella bese mis ojos,
Como se besan los hermosos ojos de los venados.
Quiero que cuando yo palpite un temblor total invada el universo.
Y quiero creer que hay algo que permanecerá
Cuando el tiempo cambie, por ejemplo, la trenza de la mujer que amo.
Yo quiero sacar del paréntesis del factor común, que me da unidad,
El sol, el cielo, el polvo perlado.

(1909)
***

Los años, la gente, los pueblos
Huyen para siempre
Como el agua que corre.
En el pedestre espejo de la naturaleza
Las estrellas son la red, los peces nosotros,
Los dioses espectros en la oscuridad.
***

¡Me basta con poco!
Un mendrugo de pan
Una gota de leche
Y este cielo.
¡Y estas nubes!

(1915)

Vladímir Jlébnikov

(Versiones de Jorge Bustamante García en “Letras Libres”, Nº 22, octubre de 2000)  

Vía Jonio González

Víktor Vladímirovich Jlébnikov fue un escritor y poeta futurista ruso. Nació en 1885, según el entonces vigente calendario juliano, en Málye Derbety, en la óblast de Astracán, cerca del lugar en que el río Volga desemboca en el mar Caspio. En 1922, sin ayuda médica disponible, el poeta murió de gangrena en una pequeña aldea de Santálovo en la gubérniya de Nóvgorod.

Biografía más completa tomada de la revista electrónica "Altazor":

Velimir Jlébnikov, poeta, prosista y ensayista, fue uno de los fundadores del Futurismo ruso. Según María de los Llanos Kashéeva, “la irrepetible y extraña vida de Jlébnikov lo convierte en una leyenda de la poesía del siglo XX. No solo es un poeta futurista sino un reformador, que busca abrir nuevos caminos en la lírica, la épica, la prosa y el teatro”.Después de un breve paso por el círculo de los simbolistas rusos (1908-1909), se incorporó a “Hylea”, el principal grupo de futuristas, juntamente con Vladímir Maiakovski, David Burliuk, Alekséi Kruchónyj y otros poetas, que en 1912 firmaron el primer manifiesto futurista: Bofetada a los gustos del público. La biografía de Jlébnikov es compleja, al igual que su obra, y sería prolijo detallarla. A grandes rasgos, este poeta se caracteriza por sus experimentaciones lingüísticas y la creación de innumerables neologismos, que fundamentaron la lengua poética “transmental” zaum, la cual hubiera debido unir a todos los poetas del mundo (lenguaje que, por supuesto, dificulta la traducción de algunos poemas). Se interesó por las ciencias naturales y le fascinaron la mitología eslava, el paneslavismo y la numerología pitagórica: diseñó unas “Tablas del  Destino” mediante las cuales aseguraba prever el futuro. El célebre lingüista y teórico de la literatura Roman Jakobson escribía en 1965: “Jlébnikov, el poeta más original de este siglo, dijo al comentar sus propias obras: ‘Comprendí que la patria de la creación se halla en el futuro; de allí viene el viento que nos envían los dioses del verbo’”. La obra, muy dispersa, de Jlébnikov está recogida en los seis volúmenes de sus Obras completas (más de 3000 páginas), publicados entre los años 2000 y 2006 en Moscú por la Academia Rusa de Ciencias, el Instituto A. Gorki .
















martes, 7 de mayo de 2024

CONATO DE CELOS


¿Qué tal le va con la otra?
¿La vida le resulta más simple? ¡Un golpe de remo!
Pronto desapareció el recuerdo
De la isla flotante que soy yo,
Desapareció

¿Cómo la línea de la costa?
Isla flotante en el cielo, no en el agua.
¡Almas, almas deberíais ser hermanas,
Y no amantes!

¿Qué tal le va con una mujer
Simple, sin divinidades?
¿Después de destronar a la reina
(Y de abandonar el trono usted mismo)?

¿Cómo le va, se desvela?
¿Le da escalofríos? ¿Cómo se siente cuando se levanta?
¿Cómo se las arregla para pagar el impuesto
De la vulgaridad inmortal, pobre hombre?

"¡Basta de convulsiones y
Sobresaltos! Arrendaré casa."
¿Qué tal le va con cualquiera,
Elegido mío?

La comida es mucho mejor y más sabrosa,
¿Verdad? -¡No me oculte su dicha!
¿Diga, qué tal le va con esa fulana,
Usted, que holló el Sinaí?

¿Se vive bien con una extraña,
Con una mujer de aquí? Diga: ¿la ama?
¿La vergüenza no le cruza la frente
Con las riendas de Zeus?

¿Cómo le va, cómo está la salud?
¿Qué tal? ¿Todo bien?
¿No le supura la úlcera
De la conciencia inmortal, pobre hombre?

¿Le va bien con la mercadería
De la feria? ¡El tributo es duro!
¿Qué le parece el polvo de yeso
Después de haber conocido el mármol de Carrara?

(Dios fue esculpido en una roca
Y destruido totalmente.)
¿Cómo lo pasa con la cien mil,
Usted que conoció a Lilit?

¿No se siente ahíto de novedades
De feria? Hastiado de las maravillas.
¿Cómo le va yendo con una mujer
Terrena, desprovista de sextos

sentidos?
Vamos, sea franco, ¿es feliz?
¿No? Cuénteme, ¿cómo le va
Con el vacío sin profundidad? ¿Peor que antes?
¿Lo mismo que a mí con otro?


 Marina Tsvetáyeva (Rusia, 1892-1941)

 

(Versión de Nicanor Parra)

  Pueden LEER la biografía en entrada anterior de la autora.


 



 

viernes, 3 de mayo de 2024

EL PARAÍSO ERA UN AUTOBÚS


 Él trabajó durante toda su vida en una ferretería del centro. A las ocho y media de la mañana llegaba a la parada del autobús y tomaba el primero, que no tardaba más de diez minutos. Ella trabajó también durante toda su vida en una mercería. Solía coger el autobús tres paradas después de la de él y se bajaba una antes. Debían salir a horas diferentes, pues por las tardes nunca coincidían.

Jamás se hablaron. Si había asientos libres, se sentaban de manera que cada uno pudiera ver al otro. Cuando el autobús iba lleno, se ponían en la parte de atrás, contemplando la calle y sintiendo cada uno de ellos la cercana presencia del otro.

Cogían las vacaciones el mismo mes, agosto, de manera que los primeros días de septiembre se miraban con más intensidad que el resto del año. Él solía regresar más moreno que ella, que tenía la piel muy blanca y seguramente algo delicada. Ninguno de ellos llegó a saber jamás cómo era la vida del otro: si estaba casado, si tenía hijos, si era feliz.

A lo largo de todos aquellos años se fueron lanzando mensajes no verbales sobre los que se podía especular ampliamente. Ella, por ejemplo, cogió la costumbre de llevar en el bolso una novela que a veces leía o fingía leer. A él le pareció eso un síntoma de sensibilidad al que respondió comprándose todos los días el periódico. Lo llevaba abierto por las páginas de internacional, como para sugerir que era un hombre informado y preocupado por los problemas del mundo. Si alguna vez por la razón que fuera, ella faltaba a esa cita no acordada, él perdía el interés por todo y abandonaba el periódico en un asiento del autobús, sin haberlo leído.

Así, durante una temporada en que ella estuvo enferma, él adelgazó varios kilos y descuidó su aseo personal hasta que le llamaron la atención en la ferretería: alguien que trabajaba con el público tenía la obligación de afeitarse a diario.

Cuando al fin regresó, los dos parecían unos resucitados: ella, porque había sido operada a vida o muerte de una perforación intestinal de la que no se había quejado para no faltar a la cita; él, porque había enfermado de amor y melancolía. Pero, a los pocos días de volver a verse, ambos ganaron peso y comenzaron a asearse para el otro con el cuidado de antes.

Por aquellas fechas, él ascendió a encargado de la ferretería y se compró una agenda. Entonces, se sentaba tan cerca como podía de ella, la abría, y con un bolígrafo hacía complicadas anotaciones que sugerían muchos compromisos. Además, comenzó a llevar corbata, lo que obligó a ella, que siempre había ido muy arreglada, a cuidar más los complementos de sus vestidos. En aquella época ya no eran jóvenes, pero ella comenzó a ponerse unos pendientes muy grandes y algo llamativos que a él le volvían loco de deseo. La pasión, en lugar de disminuir con los años, crecía alimentada por el silencio y la falta de datos que cada uno tenía sobre el otro.

Pasaron otoños, primaveras, inviernos. A veces llovía y el viento aplastaba las gotas de lluvia contra los cristales del autobús, difuminando el paisaje urbano. Entonces, él imaginaba que el autobús era la casa de los dos. Había hecho unas divisiones imaginarias para colocar la cocina, el dormitorio de ellos, el cuarto de baño. E imaginaba una vida feliz: ellos vivían en el autobús, que no paraba de dar vueltas alrededor de la ciudad, y la lluvia o la niebla los protegía de las miradas de los de afuera. No había navidades, ni veranos, ni semanas santas. Todo el tiempo llovía y ellos viajaban solos, eternamente, sin hablarse, sin saber nada de sí mismos. Abrazados.

Así fueron haciéndose mayores, envejeciendo sin dejar de mirarse. Y cuanto más mayores eran, más se amaban; y cuanto más se amaban más dificultades tenían para acercarse el uno al otro.

Y un día a él le dijeron que tenía que jubilarse y no lo entendió, pero de todas formas le hicieron los papeles y le rogaron que no volviera por la ferretería. Durante algún tiempo, siguió tomando el autobús a la hora de siempre, hasta que llegó al punto de no poder justificar frente a su mujer esas raras salidas.

De todos modos, a los pocos meses también ella se jubiló y el autobús dejó de ser su casa.

Ambos fueron languideciéndose por separado. Él murió a los tres años de jubilarse y ella murió unos meses después. Casualmente fueron enterrados en dos nichos contiguos, donde seguramente cada uno siente la cercanía del otro y sueñan que el paraíso es un autobús sin paradas.

 

 J.J.Millas

 

Juan José Millás García, o Juanjo Millás (Valencia, España,1946), es un escritor y periodista español. Su obra narrativa, traducida a más de una veintena de idiomas, ha sido reconocida con los más prestigiosos galardones literarios del ámbito hispano. Dentro de esta labor, es el inventor de un género nuevo: el articuento.