jueves, 10 de noviembre de 2022

CÓMO SERÁ LA ÚLTIMA TARDE


 CÓMO SERÁ LA ÚLTIMA TARDE


Estás sentada al lado de una pequeña ventana salediza
en un café vacío junto al mar.
Anochece, y el dueño se dispone a cerrar,
a pesar de que aún estás inclinada sobre la estufa,
que lentamente va perdiendo calor.
Ahora caminas hacia la orilla
para contemplar los últimos restos de azul en las olas.
Has vivido en casas pequeñas, espacios angostoslas
paredes se estrechaban en torno a tipero
el mar y el cielo también eran tuyos.
No hay nadie alrededor para beber contigo
de la líquida niebla, oscuras profundidades.
Estás sola con el cosmos que gira.
Adiós, amor, lejano, en un lugar cálido.
Aquí la noche no tiene fin, el silencio infinito.



DOMINGO POR LA MAÑANA TEMPRANO

Solía burlarme de mi padre y sus compinches
por levantarse temprano los domingos por la mañana
y beber café en un área de estacionamiento del lugar
pero ahora yo soy uno de esos compinches.
A nadie le importan mis viejas humillaciones
pero ellas continúan arrastrándose por mi sueño
como una ristra de latas vacías que resonaran
detrás de un coche abandonado.
La cosa es así: justo cuando crees
que te has olvidado de aquella muchacha pelirroja
que te dejó varado en un párking
cuarenta años atrás, te despiertas
lo bastante temprano para verla desaparecer
a la vuelta de la esquina de tu sueño
en la motocicleta de otro
rugiendo por la autopista hacia la salida del sol.
Y así, ahora estoy sentado en un café
débilmente iluminado lleno de madrugadores
cuyas ventanas están cubiertas de hollín
y el café es tibio y amargo



Edward Hirsch

(De: Poetas norteamericanos
en dos siglos -Volumen II,
Versiones, selección y biografía:
Jonio González, Ediciones 
en danza, 2021)
WHAT THE LAST EVENING WILL BE LIKE

You're sitting at a small bay window
in an empty café by the sea.
It's nightfall, and the owner is locking up,
though you're still hunched over the radiator,
which is slowly losing warmth.
Now you're walking down to the shore
to watch the last blues fading on the waves.
You've lived in small houses, tight spaces—
the walls around you kept closing in—
but the sea and the sky were also yours.
No one else is around to drink with you
from the watery fog, shadowy depths.
You're alone with the whirling cosmos.
Goodbye, love, far away, in a warm place.
Night is endless here, silence infinite.


EARLY SUNDAY MORNING

I used to mock my father and his chums
for getting up early on Sunday morning
and drinking coffee at a local spot
but now I’m one of those chumps.
No one cares about my old humiliations
but they go on dragging through my sleep
like a string of empty tin cans rattling
behind an abandoned car.
It’s like this: just when you think
you have forgotten that red-haired girl
who left you stranded in a parking lot
forty years ago, you wake up
early enough to see her disappearing
around the corner of your dream
on someone else’s motorcycle
roaring onto the highway at sunrise.
And so now I’m sitting in a dimly lit
café full of early morning risers
where the windows are covered with soot
and the coffee is warm and bitter.



Edward Hirsch nació en Chicago en 1950. Estudió folclore en la Universidad de Pennsylvania y enseñó escritura creativa en la de Huston. Fue editor de varias antologías (Theodore Roethke, poesía irlandesa, polaca, china, rumana, hebrea, etc.), de libros de crítica literaria, y responsable de la columna "Poet's Choice" del Washington Post. Su obra poética incluye For the Sleepwalkers (1981, ganador Lavan Younger Poets y Delmore Schwartz Memorial), Wild Gratitude (1986, premiado con el National Book Critics Circle Award), The Night Parade (1989), Earthly Measures (1994), On Love (1998), Lay Back the Darkness (2003), Special
Orders (2008), The Living Fire: New And Selected Poems (2010) y Gabriel: A Poem (2014). Su poesía, ha escrito el crítico Peter Campion, combina magistralmente lo cotidiano con lo irracional. Vive en Nueva York.

 



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