Catherine Paoletti mantuvo, durante la semana del 14 al 18 de diciembre de 1998,
una conversación con Jacques Derrida. El que se transcribe es el fragmento inicial
de la entrevista:
Pregunta: —Es una tarea temible el tener que presentarle. Diga lo que diga, voy a
caer en la anécdota o en unas categorías universalizantes vacías que usted no ha
dejado nunca de criticar, igual que si afirmo que usted es el padre de la deconstrucción. Finalmente, si digo que basta con leer cualquier pasaje de sus textos para ver resplandecer en él toda la riqueza de sus reflexiones, me podría responder que infiero que desde hace cuarenta años usted no hace más que repetirse, aunque la repetición haya adquirido con usted un valor filosófico. Sé por último de antemano que nunca tendré razón al darle a usted la razón. Yo podría decir, a la manera de Kant: «Jacques Derrida nació el 15 de julio de 1930 en El‐Biar, cerca de Argel, vive, escribe y escribirá todavía». Sin embargo, no tengo más remedio que constatar que lo que constituye el hilo conductor más explícito de su recorrido intelectual se inscribe, se escribe, en sus textos con el filtro
mismo de la autobiografía.
J. D.: —Es verdad que, al repetirme, al desplazarme —porque lo que me interesa es el desplazamiento en la repetición—, no he dejado de acercarme a una escritura de la que con frecuencia se dice que es cada vez más autobiográfica. Aunque los primeros textos que publiqué no estaban en primera persona y eran conformes, con ciertas distancias, a unos modelos más bien académicos, ya en el transcurso de los dos últimos decenios, de un modo a la vez ficticio y no ficticio, los textos en primera persona se han multiplicado: rememoraciones, confesiones, reflexiones sobre la posibilidad o la imposibilidad de la confesión… Estoy convencido de que, en cierto modo, cualquier texto es autobiográfico y esa «tesis» se vuelve a encontrar dentro de esos escritos así llamados autobiográficos. Por lo tanto, diré que lo que ha variado en la repetición no es la relación con la autobiografía o el paso de unos textos no autobiográficos a unos textos autobiográficos, sino cierta modulación, cierta transformación del tono y del régimen de la autobiografía. Creo, de hecho, que habría que desconfiar tanto de la apariencia no autobiográfica de mis textos así denominados antiguos como de la apariencia autobiográfica de mis textos llamados recientes. En Mémoires d’aveugle, texto que escribí para la exposición del Louvre, intento demostrar en qué medida incluso cuadros que no son autorretratos son autorretratos y que, en todo caso, la distinción ya no es tan pertinente como se cree.
Jacques Derrida (El Biar, Argelia, 1930-París, Francia, 2004)
Edición electrónica de
www.philosophia.cl / Escuela de
Filosofía Universidad ARCIS
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