VI
(marcha no pegadiza
sin cuánto valés
ni notas reemplazables
en pos del opus el número no importa
pero el tamaño sin la partitura
no descansa en paz)
allá la suprema corte
del pasa no pasa
y su inexplicado plazo fijo
a un mismo paisaje congelado
(y aunque creamos
que la lluvia
no cae de arriba
hacia abajo)
quebradas las flechas
que ligan el Siglo de Oro
con el Medioevo
cortan las esquinas
de la madera
para no lastimar
al lector
(y la tachadura sobre lo envejecido
restos de frases detrás del sol nuevo)
vade retro
el lenguaje acodado
en el mostrador
o como leños secos
al reparo de la nevada
o bordeando el alambre
donde siempre
queda atrapada la ingle
del avestruz
para no pasarse de una chacra
a la otra
(quisiera abrir un paréntesis
al igual que un periscopio
necesita curvarse
pero el canon
no me deja)
la frase es la unidad mínima de poesía
y en la punta de la rama
en que nada cuelga
poco hay de lo propiamente dicho
demasiado atado al suelo
la previa nievecita caída y puesta a rodar
(ya lejos de su nacimiento)
llega con su verdad de lobo
contra la casa del lenguaje
creyéndose contemporánea
y los tres cerditos ante el soplido
presienten que el hormigón armado
no era el camino
sino más bien construir
con la misma nieve
hasta cansar la metáfora
este pasado de la lluvia
tirado por caballos
con ritmo de narración japonesa
nos trae una nueva luz
una nueva y súbita música
una fe con forma de mano
para taparse los ojos
frente a la misa
(y como el guante es al halcón
así el ajedrez es
al pieza tocada
pieza movida)
a la idea original
la reconocemos
porque le crece barba
no por el sonajero
ante o es blanco o es negro
los patos surcan la laguna
el contexto se rasca la cabeza
y claroscurece en el horizonte
o una línea de arboleda
donde el primer árbol
a su vez fuera el último
pero uno al lado del otro
no hicieran tal línea recta
ahora sabemos por qué
de la mandarina completa
sus gajos se escuchan
cada vez menos
(fragmentos que se apilan
en sucesión de montañas
no hacen una dorsal)
como containers
de astas de ciervos
las palabras que no suben
los escalones de roble
hacia la hoguera
¡ojo, con el poema zorro
bajo el manzano
(lleno de flamencos rosados
posando para la foto)
acercándose
(se nota mucho
que el caballo para antes
de que lo frenen)
al Principito!
ciertos lectores que detienen
su trompo de arrullar
el lenguaje sin árboles
pasan página
pasando la mano
por el sudor
a grosso modo diría quien lleva la contra:
poesía es lo que no se puede tocar
lo que orienta hacia una herrumbre
engarzada en la belleza.
(Del libro: "Tres teclas a partir
de Do". Ed. del autor, 2025)
Javier A. Saleh (Boedo, Buenos Aires, 1976)
Pueden leer más poemas y biografía en entradas anteriores.
IMAGEN: Teclas del piano Steinway-D274-768x512.

No hay comentarios:
Publicar un comentario