Esta es la forma de una hoja, y esta la de una flor,
y éste es el pálido tronco de un árbol
que contempla sus ramas en un charco de agua estancada
en una tierra que nunca veremos.
El tordo en la rama, silencioso, suave cae el rocío,
en el atardecer casi no hay sonidos. . .
Y las tres hermosas peregrinas que llegan juntas
tocan ligeramente el polvo del suelo.
Lo tocan con pies que apenas turban el polvo, como alas,
tímidas, aparecen juntas, silenciosas,
como bailarinas aguardando en una pausa de la música,
{la música
que llene el exquisito silencio. . .Este es el pensamiento de la primera, y este el de la segunda,
y este el grave pensamiento de la tercera:
"Nos demoramos así por un instante, pálidamente
[expectante,
y el silencio terminará, y el pájarocantará la pura, dulce, clara frase del crepúsculo
hasta llenar la campana azul del mundo;
y nosotras, a quienes la música reunió como a hojas,
como hojas seremos arrastradas.
¿Hacia qué sino la belleza del silencio, perpetuo
[silencio?..."
. . .esta es la forma del árbol,y la flor y la hoja, y las tres hermosas peregrinas pálidas:
eso eres para mí.
Conrad Aiken (E.E.U.U.; Savannah, 1889-1973)
(Traducción de Alberto Girri)
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