martes, 16 de septiembre de 2008

EL ÉXTASIS
























En una preñada colina que se ondula

Como una almohada sobre un lecho,
Para que las violetas reclinen sus cabezas,
Nos sentamos tú y yo, de cada uno el elegido.

Nuestras manos, estrechamente ligadas
Por un fuexte bálsamo que de ellas provenía,
Y nuestras miradas, entrelazadas,
Ensartando nuestros ojos en una doble cuerda;
Entretejer así nuestras manos era, por el momento,
El único medio de hacer de ambos, uno,
Y los reflejos en nuestras pupilas
Eran toda nuestra prole.
Como en dos ejércitos iguales, el destino
Demora la incierta victoria,
Nuestras almas (que para elevarse
Salieron del cuerpo), estaban suspendidas entre ella y yo.
Y mientras allí hablaban
Nosotros yacíamos como estatuas sepulcrales;
Todo el día-estuvimos en la misma posición,
Y nada nos dijimos durante todo el día.
Como si alguien, refinado por el amor,
para entender el lenguaje del alma
Y que por el buen amor se hiciera todo espíritu,
Se mantuviera a la distancia justa,
Él (aún sin saber qué alma hablaba,
Pues ambas decían, ambas significaban lo mismo),
Podría sacar de allí un nuevo elixir,
E irse mucho más puro que al llegar.
Este éxtasis nos ilumina
(Pensamos), y nos revela lo que amamos,
Vemos que no fue sexo,
lo que vimos, ni vimos los que nos movía.
Pero todas las almas contienen
Una mezcla de elementos que ellas no conocen,
El amor mezcla de nuevo estas almas mezcladas,
Y hace de dos, una, siendo cada una ella misma y la otra.
Si trasplantas una violeta,
La fuerza, el color y el tamaño,
(Todo lo que antes era mísero y escaso),
Crece más, y se multiplica.
Cuando el amor, una con otra,
Vivifica así dos almas,
El alma enriquecida que de allí fluye
Los defectos de la soledad controla.
Entonces nosotros, que somos esa nueva alma,
Sabemos de qué estamos compuestos y hechos,
Pues los átomos de los cuales crecemos
Son almas que ningún cambio puede invadir.
Mas, oh, ¿por qué nos alejamos
De nuestros cuerpos durante tanto tiempo?
Son nuestros, aunque no son nosotros,
Somos las inteligencias, ellos la esfera.
Debemos darles las gracias pues así
Pudimos llegar a nosotros mismos;
Nos cedieron sus fuerzas, los sentidos,
Y no son para nosotros residuo, sino alivio.
La influencia del cielo sólo obra en el hombre,
Cuando ha impregnado el aire
Para que el alma dentro del alma pueda fluir
Aunque primero pase por el cuerpo.
Así como nuestra sangre trata de engendrar
Espíritus, semejantes a las almas como sea posible,
Tal como los dedos tejerán
Ese sutil nudo que nos hace hombres,
También el alma de los amantes puros
Debe descender a facultades y afectos
Que los sentidos puedan alcanzar y aprehender,
De otro modo, un gran principe yace encarcelado.
Volvemos a nuestros cuerpos para que
los hombres débiles contemplen el amor revelado;
Los misterios del amor crecen en las almas,
Pero el cuerpo es su libro.
Y si algún amante, como nosotros,
Ha oído este diálogo de uno,
Que siga observándonos, verá
Que al retornar a los cuerpos 
muy poco habremos cambiado.



John Donne (Inglaterra, Londres, 1572-id., 1631)

(De las traducciones de Alberto Girri
y Patricio Canto)


THE EXTASIE



Where, like a pillow on a bed,
A Pregnant bank swelle'd up, to rest
The violets reclining head,
Sat we two, one anothers best.

Our hands were firmely cemented

With a fast balm, which thence did spring,
Our eye-beams twisted and did thread
Our eyes, upon one double string;

So to engraft our hands, as yet

Was all the means to make us one,
And pictures in our eyes to get

Was all our propagation.

As twixt two equal armies Fate

Suspends uncertaine victoric,
Our souls, which to advance their state,

Were gone out, hung twixt her and me.

And whilist our souls negotiate there,

We like sepulchrall statues lay;
All day, the same our postures were,

And we said nothing, all the day.

If any, so by love refined,

That he soul's language understood,
And by good love were growen all mind,

Within convenient distance stood,

He (though he knew not which soule spoke,
Because both meant, both spake the same)
Might thence a new concoction take,
And par farre purer then he came.

This Ecstasy doth unperplex
(We said) and tell us what we love,
Wee see by this, it was riot sex
Wee see, we saw not what did move,

But as all severall souls containe
Mixture of things, they know not what,
Love these mixed souls doth mixe again
And makes both one, each this and that.

A single violet transplant,
The strength, the colour, and the size,
All which before was poor and scant
Redoubles still and multiplies,

When love, with one another so
Interinanimates two souls,
That abler soul, which thence doth flow,
Defects of loneliness controul,

We then, who are this new soul, know
Of what we are composed and made,
For, th'anatomies of which we grow,
Are soul which no change can invade.

But O alas, so long, so far
Our bodies why do we forbear?
They are ours, thought they're not we. We are
Th' intelligences, they the spheres.

We owe them thanks because they thus,
Did us to us at first convey;
Yielded their forces to us,
Nor are dross to us, but allay.

On man heaven's influence works not so,
But that It first imprints the air,
So soul into the soul may flow,
Though it to body first repair

As our blood labours to beget
Spirits as like soules as it can,
Because such fingers need to knit
That subtle knot which makes us man

So must pure lover's souls descend
T'affections and to faculties
Which sense may reach and apprehend
Else a great prince in prison lies.

To our bodies turn we then that so
Weak men on love reveal'd may look,
Loves mysteries in souls do grow
But yet the body is his book

And if some lover, such as we
Have heard this dialogue of one,
Let him still marke us, he shall see
Small changer when we're to bodies gone.



IMAGEN: Sexo tántrico.




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