En este lado del mundo
la gente nos abraza tan estrechamente
que casi no podemos respirar.
También besan con fervor nuestros rostros.
No es porque aún seamos jóvenes
ni bellos o atractivos
lino porque llegamos de la misma tierra,
tierra nacida en sangre.
Ni es siquiera por el encuentro del viejo amigo
en un nuevo lugar nunca antes visitado
sino en una especie de suprema devoción
somos como fieles amantes separados largamente.
¡Los chinos somos bienvenidos en doquier!
Nuestra perseverancia y coraje son de sobra conocidos.
Seiscientos millones marchan bajo una bandera
que porta altivamente inscrita y visible
la palabra: ¡Paz!
Santiago de Chile, julio de 1954
Ai Qing (China, Jinhua, Provincia de Zhejiang, 1910-Pekín, 1996)
(Traducción de Alfredo Gomez Gil)
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