viernes, 25 de octubre de 2024

EL CANSANCIO NACIONAL


EL CANSANCIO NACIONAL no se puede 
explicar con palabras. Dejar que el sopor de la tarde se aquiete.
Dejar que la música aminore. Ver pasar el cadáver de 
uno mismo. Decir la palabra abedul como un sorbo de té. 
Palpar la madera de la mesa que una vez fue árbol. Que 
la sentencia venga como un río. Como un río de los de 
antes.



Y PENSAR QUE ESTE OLOR VIENE DE LOS GENITALES del
almizclero y que ahora se mezcla con el agua de tu sexo 
como si el incienso y el cielo raso fueran uno solo.
Un humo que delira y jadea.
Que jadea y delira.
Delira. Jadea.



HACER CAMA. Voltear el reloj. Derrota del mes, la 
semana, la jomada laboral. Acompañados de los fieles 
libros. Tapiar con corcho puertas y ventanas. No 
escuchar cuando Marcel venga a tomar el Té de las 
cinco. Hacer cama. Quedarnos así, indeterminados. 
Hacernos el dormido para ver el homenaje que no nos 
hacen. Dormir la totalidad. Hacer cama hasta que la 
vida nos despierte.



SOBRE UNA ESTERILLA de esparto mi padre colocaba 
hojas de tabaco y de vez en vez las rociaba con agua.
El asma le visitó con harta frecuencia. De esas cosas 
hablamos una vez en un hospital mientras yo le colocaba 
esferas azules a sus pies. Esas esterillas ya no se hacen, 
me dijo. De estas cosas me acuerdo ahora que camino, 
como Jesús, no sobre las aguas, pero sí con sandalias de 
esparto. Sin fumar. Sin asma. Sin rencor.



UNA HEBRA de azafrán encima de la mesa recuerda
que terminó la navidad.
Pongo la vajilla en la salida de aIre y salgo a la calle. 
Mínimos gestos que me regala el fin de año.



RETAHÍLA DE MUJERES RUBIAS de mujeres rubias. 
Como una Cadena Internacional de Postales. Una ringlera de mujeres 
parecidas a mi mujer. Una sarta de mujeres de Botero 
que no caben en la habitación. Serie de Dalí: Mujer 
y reloj. Mujer y esperma. Un conjunto sonoro y menstrual 
a las puertas del cielo. Sucesión de nalgas. Acervo & 
Boceto en la noche del solo.



MI HERMANA DANZABA SOBRE LA HARINA. Pesaba el molino 
y la piedra de triturar los granos.
En las sucedidas tardes nos sentábamos. Las mazorcas 
llegaban con la delicadeza de un canto.
Como si fuera un pastel de hojaldre eran las obleas.
Finas láminas al centro de la mesa. Encima de ellas 
mi hermana. La danzarina. La que ya no está.



ATERIDOS POR EL FRÍO DE LOS AÑOS los ancianos de mi 
edificio salen a tomar el sol. Dicen que añoran cuando 
nevaba en nuestro país y las barredoras despertaban 
al vecindario con el zumbido de sus paletas. Pero eso 
fue hace tiempo. Cuando teníamos nieve y los ancianos 
de ahora eran unos muchachos que se querían comer 
el mundo y las frutas de estación. Frente a estas 
realidades yo me quedo mudo. Sin nieve. Sin manzana. 
Sin palabras.

(Del libro homónimo,
Editorial Oriente, 2019,
Gentileza de Fernando Belottini)
Reynaldo García Blanco (Sancti Spiritus, Cuba, 1962)


Pueden LEER la biografía y más poemas en entrada anterior del autor.







 

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