A Arturo y Clara Botella
En el desierto
uno es la sombra
la hendidura
por donde pasa la muerte
o el día siguiente
uno vive su tumba
a oscuras
dentro de su carne,
oyendo cómo el viento se lleva el día
y el polvoriento mar,
que golpea sin aire
contra el aire
su mariposa negra.
Aquí
las constelaciones cargan
al escorpión
y el hombre se envenena
si pronuncia, a solas, su propio nombre en la noche.
Sólo cuando el médano rojo
espanta a la luna,
después que el espacio se ha devorado,
recién entonces
lo que queda de uno
cicatriza.
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