Y ahora todavía al apoyarte
en los anchos omóplatos del sueño
incluso si te arrojan
al pecho adormecido del océano
buscas esquinas en las que lo negro
se ha desgastado y no resiste.
Giorgos Seferis
1
Sopla el viento y trae
los nombres de las islas.
Hay una voz que repite en mi cabeza:
Las otras capillas son:
la de San Salvador, que pertenece a la orden de los Zapateros;
la de la Señora de la Piedad, en el Terreno de la Aduana;
la de San Eloy; la del Espíritu Santo; la de San Ovidio
Ahora entro en un túnel cavado en la piedra.
la de los Huesos; la de San Juan Bautista; la de las Almas
El arco es un punto que gira y se abre.
la de Santa Ana; la del Señor del Calvario;
la de la ermita de la Virgen del Puerto
El viento sopla y trae
sombras y carteles, alas de pájaros,
el corazón brillante de los días.
2
Pero,
¿quién logrará domar el caballo de la muerte?
¿Quién tomará las riendas?
Desde esta curva del camino apenas distingo
el contorno de las cosas:
el horizonte es una huella intermitente.
Han partido las caravanas y los niños.
¿Quién domará el caballo de la muerte?
3
El mar quiebra sus lanzas en la luz.
Ya nadie puede con sus ojos ver.
Sobre los anchos omóplatos del sueño
escribí mi historia:
descendí hasta el lugar donde la sombra
inicia su viaje.
Yo escuché el antiguo nombre de las islas,
besé las lápidas:
dejé mi huella sobre pequeños ataúdes.
Almourol, Armona, Cerro de la Vieja, Isla de Saturno
Mi vida yace en las piedras.
4
¿Qué turbio río nos llevó?
La frase escrita en un muro,
debajo de la rueda que hace girar al tiempo,
debajo del arco donde duermen los caballos.
¿Qué mano nos retiene y suelta?
El sol se sumergirá detrás,
dice la voz,
en la mejilla de un cetáceo.
5
Acudo a una sintaxis quebrada
para decir
lo que está oculto y se revela
detrás del piar de aquellos pájaros.
Esta brisa desvanece las formas
que habitó la luz:
la noche canta en el día.
Hay ecos de lo oscuro en la carne.
Toda palabra sobre su lomo lleva
el signo y el germen de la muerte.
Toda palabra está cubierta de ceniza.
6
¿Quién abre su boca en el umbral?
¿Quién abre su boca y habla?
La nieve cubrirá todas las cosas.
7
Algo siempre imperceptible
cae y golpea sobre mí.
Hay una voz que repite en mi cabeza:
Las otras islas son:
la de la Madera, la de Bugio, la del Pilar
Y aquellas de suelo rojizo, atravesadas
por venas de basalto:
la de Tavira, la de los Amores, las Salvajes
Sopla el viento y trae
barro y arena,
transporta la simiente del mar.
la del Islote Plano, la de la Resurrección, las Desiertas
Algo imperceptible cae y golpea sobre mí.
En los obenques, a sotavento,
oscilan las últimas banderas.
De: KADOSH (2018):
TZADI
El polvo del sol se extinguió sobre la tarde.
Llevo en mi cuerpo la nostalgia de la luz,
la larga y desconocida cifra de lo que viaja
y vuelve, de lo que viaja y atraviesa
la endurecida costra del planeta.
Llevo en mi sangre la sangre de Cristo.
Mi piel es un nudo que aprisiona
el giro lento de los astros.
Yo hice mi casa en las tinieblas.
La Ley se quiebra en el altar
de la primera y pura Luz.
(Del libro: El cazador suelta
en el aire su corona;
Poesía reunida, 2013-2020-,
Edit.Cántico,2025)
Diego Roel (Buenos Aires, 1980)
Pueden LEER la biografía y más poemas en entradas anteriores.

No hay comentarios:
Publicar un comentario