(Fragmentos I y II)
Yo sé de la dulzura con que embarcan
esperanzadas manos campesinas,
hacia inmóviles vientos del subsuelo
las semillas; y luego esperan,
en las fecundas armonías de los climas del mundo,
al aromar callado de los frutos,
para entonces celebrar, humanamente simples,
la merecida paz de las noches y los días.
Manos del hombre campesino,
herramientas forjadas en la tierra;
vidas de ella y por su gracia erguidas.
Al suelo beneficiado llevan el don y la tarea
y entregadas austeramente a los hijos, envejecen.
Pájaros que dejan su mensaje
de surco en surco, grano a grano;
cómo reconocen, he visto,
al derruido mar de los terrones,
esa inmensidad con devoción de ofrendas
y dolor de pobladores.
Alabadas sean,
manos que velan el silencio de los campos
y las soledades de la tierra guían.
II
Todos los días miro la tierra.
Se cómo la queman las noches heladas del invierno,
la entibia el sol inclinado de junio;
cómo la tornan vivienda y se cobijan en ella
y día tras día la observa el campesino
y la da vuelta y la raya y la sueña suya.
Veo cómo de tanto insistir la convence el río
arrastrándola con él a la aventura.
Se cómo palean, volviéndola camino,
bandadas de humildes peones.
Miro la tierra ardida o helada,
agrietada o compacta,
asomar su fruto o perderlo.
Separándola del hombre, no la comprenderemos nunca.
Desde el río encerrado de las lluvias,
cumplido el ciclo, nace el vegetal.
Llega a las manos del hombre
para socorrer o estimular su vida.
Y así como éste amó y dio sus frutos
en varios años,
en un solo verano cumplió la planta
y se volvió a la tierra a continuar su lucha.
Miro esta plataforma de hechos anónimos y diarios.
Se que por ella anda, simplemente, la vida:
la sosegada lluvia de cada aurora,
luego el sudor de la jornada,
sepultándose a la par de la semilla.
Más abajo de donde pasa el apagado río de las lluvias,
se mueven las antiguas huellas del trabajo y la fatiga;
áreas de hambre, siervos pisoteados,
tumultos de lágrimas,
terrores.
Todo lo que estuvo
y todo lo sufrido por cada uno,
en su medida ayudaron al fruto
que es la segunda esperanza de la planta y del hombre.
Néstor Groppa
Néstor Groppa. Poeta, escritor, periodista y educador argentino.(Laborde-Córdoba, 1928). Cursó estudió en su provincia natal, Córdoba, y en Buenos Aires. Fue maestro en Tilcara y bibliotecario en San Salvador de Jujuy, donde residió desde 1952, hasta su muerte ocurrida en 2011. En 1955, fundó en Jujuy, con los poetas Jorge Calvetti, Andrés Fidalgo y Mario Busignani, el novelista Héctor Tizón y el pintor Medardo Pantoja, la revista Tarja, que fue un hito en la literatura del Noroeste Argentino. También fue creador de la editorial Universitaria jujeña. En 1966 se incorporó como miembro correspondiente a la Academia Argentina de Letras. En 1998 inició la publicación de los Anuarios del tiempo que registran una historia afectiva de Jujuy entre 1960 y 1996 de los cuales ya lleva compilado diez tomos. Creador de su sello editorial "buenamontaña" ( l966 ) con 31 títulos publicados ( 1 Premio Nacional, 1 Premio Regional y 4 Fajas de Honor de SADE. Uno de los sellos del interior con más premios nacionales ).
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